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Lo que necesitas saber sobre las negociaciones climáticas de París

Más de 130 líderes mundiales. Unas 40,000 personas. París. Las próximas dos semanas se contarán entre las más importantes en la historia para definir el futuro del planeta.

Los líderes mundiales empezaron a reunirse este lunes en París para hacer lo que no han hecho en dos décadas: alejar al mundo del desastre climático. Esto es lo que necesitas saber para entender dos de las semanas más importantes en el futuro de nuestro planeta.

¿Qué son las negociaciones climáticas de París? ¿Por qué se llevan a cabo? ¿Quién participa?

Representantes de 195 naciones y la Unión Europea, incluidos más de 130 jefes de estado, se están reuniendo con una misión: estabilizar los gases de invernadero antes que causen daños peligrosos e irreversibles al planeta. Los científicos advierten que si la temperatura aumenta más de dos grados centígrados, podrían precipitarse cambios devastadores. Algunos incluso argumentan que un incremento de dos grados es demasiado riesgoso, y califican ese límite de ?peligroso y temerario?. Otros más afirman que alcanzar este tope es casi imposible.

No hay problema, ¿verdad?

Francia espera la asistencia de 40,000 personas, desde activistas, hasta líderes empresariales, funcionarios civiles y miles de reporteros. Durante dos semanas, entre discursos en auditorios y murmullos en abarrotados pasillos, delegados y líderes van a sondearse y presionarse; asignarán culpas y aceptarán responsabilidades por los combustibles fósiles que están dañando el planeta. Y tratarán de llegar a un acuerdo global sobre la cantidad del recorte de gases de invernadero.

¿Por qué debe importarme lo que pase allá?

Pocas reuniones han tenido el potencial real de afectar a todos los que vivimos en el planeta. Y esta lo tiene. Conforme la atmósfera recibe más emisiones derivadas de carbón, petróleo y gas natural, el aumento del nivel del mar se acelera y amenaza las ciudades costeras. Los huracanes y otros fenómenos climáticos extremos se vuelven más frecuentes y violentos. El incremento de la temperatura promete secar las cosechas y amenaza el suministro de agua de millones de personas, desequilibrando los sistemas alimentarios globales. La pérdida de hielo ártico está cambiando la vida de los animales marinos, y abriendo aguas antaño congeladas a la navegación y la exploración. Plantas y animales migran a nuevos territorios, exponiendo a todos los seres vivos a nuevas enfermedades, algunas de las cuales afectarán a los humanos.

Pocas reuniones han tenido el potencial real de afectar a todos los que vivimos en el planeta. Y esta lo tiene.

Reducir las emisiones globales podría reorganizar la economía global y cambiar dónde obtenemos nuestra comida, cómo nos transportamos, incluso dónde y cómo vivimos. Los recortes de emisiones ?o la falta de ellos- podrían alterar la geopolítica. Por ejemplo, ¿cómo responderían los países petroleros de Medio Oriente en una economía menos basada en el carbono?

¿Cómo llegamos a este punto?

La reunión de París es consecuencia de un tratado global firmado en 1992. Cada año, desde 1995, se han reunido representantes de todo el mundo, pero no han logrado producir un plan auténticamente global para reducir las emisiones. El esfuerzo estuvo a punto de cristalizar en dos ocasiones. El primer tratado, llamado Protocolo de Kioto, se estableció en 1997 y fue ratificado por casi todos los países en 2005, con una excepción notable: Estados Unidos, que se negó porque solo se exigían recortes de emisiones a las naciones desarrolladas y habrían sido obligatorias legalmente. Luego, en 2009, en Copenhague, las naciones concordaron en que el incremento de la temperatura debía limitarse, mas no llegaron a un plan real para implementar recortes de emisiones.

¿Qué han hecho los países en preparación para París?

Los líderes globales prometieron desarrollar planes voluntarios que pondrían a sus naciones en camino para reducir las emisiones de CO2 y otros gases. Y la mayoría cumplió. En los últimos meses, 161 países, que representan 93 por ciento de las emisiones globales, entregaron sus proyectos. Algunos de ellos ?cosa nada sorprendente- mejores que otros.

¿Cuánto nos acercan esos planes al objetivo?

Casi nada. Según el análisis de un equipo de científicos alemanes, si se cumplen los compromisos actuales, el calentamiento se limitaría a unos 2.7 grados centígrados para 2100. Otro estudio, de los científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts, sugiere que las propuestas actuales probablemente conducirían a un incremento de 3.5 grados centígrados.

Un momento. ¿Son buenas o malas noticias?

Las dos. Al parecer, por primera vez en la historia, casi todos los contaminadores principales están haciendo planes para un futuro energético más limpio. Los tres más importantes ?China, India y Estados Unidos- se han comprometido a emprender cambios sustanciales que contribuirían a reducir los costos de la energía renovable y facilitarían la diseminación de las tecnologías solar y eólica. Después de 23 años de esfuerzos, la noticia es estupenda. Un acuerdo de cualquier tipo enviaría a los mercados energéticos un mensaje sobre la dirección que llevan esos países, y eso alentaría a los inversionistas a meter más dinero en los sectores de energía limpia. Según Taryn Fransen, del Instituto de Recursos Mundiales, una medida sugiere que eso podría reducir las emisiones otro 10 por ciento más que los compromisos nacionales por sí solos.

Además, los documentos son inherentemente políticos. Así que los nuevos líderes de Australia y Canadá, con conciencia climática, podrían fortalecer los compromisos de sus países.

¿Y cuál es la mala noticia?

Bueno, que en términos de clima, la diferencia entre 2 y 3.5 grados centígrados no es insignificante. Es tremenda. No solo podría traducirse en un incremento de más de un metro en el nivel del mar, sino también en más inundaciones y sequías, hambrunas y migraciones, incendios forestales y climas extremos. ?Necesitamos conseguir cada insignificancia posible, porque todas esas insignificancias se suman en una inmensa cantidad de sufrimiento humano?, dice Michael B. Gerrard, experto en política climática de la Escuela de Leyes de la Universidad de Columbia.

De igual importancia es el ritmo y los expertos temen que nos hemos movido con excesiva lentitud. Los científicos aún no saben en qué momento el sistema climático podría alcanzar umbrales que aceleren y vuelvan irrefrenables los cambios. De hecho, algunos expertos sospechan que la fusión del casquete polar del Antártico occidental ya podría ser irreversible.

¿Cómo podemos estar seguros de que los países cumplirán lo prometido?

Por desgracia, no hay manera. Sus compromisos no son más que promesas. A diferencia de Kioto, los planes son voluntarios, así que no hay garantía de que un revés económico no los orille a regresar al petróleo barato. Ni siquiera se sabe si algunos países lograrán lo que proponen en sus compromisos. ¿Qué tal si el nuevo presidente de Estados Unidos, quien prestará juramento en 2017, abandona los planes de Barack Obama? Con todo, muchos expertos opinan que es imposible ignorar el ímpetu político. ?La diferencia entre 2005 y 2017 es que el cambio climático se ha convertido en un tema geopolítico de primer orden?, dice Alden Meyer, de la Unión de Científicos Preocupados. ?Las consecuencias de que una nueva administración reniegue de nuestro compromiso serían devastadoras en el escenario mundial. Estados Unidos sería considerado un país deshonesto?.

(Pocos lugares del mundo están cambiando tan rápidamente como el Ártico, conforme aumentan las temperaturas y retrocede el hielo en el verano).

Entonces, si ya entregaron los compromisos, ¿qué queda por hablar en París?

Mucho. Para empezar: ¿Qué pasará después? En este momento, la mayor parte de los compromisos solo contempla hasta 2025 o 2030. De modo que los negociadores, encabezados por Francia y China, están tratando de convencer a otros países de prolongar sus compromisos; y cuanto antes. Quieren que entreguen nuevos planes para 2020, tomando en cuenta las nuevas tecnologías y la nueva economía basada en la energía limpia. Buscan conseguir compromisos más osados y firmes, que reduzcan las emisiones mucho más de lo que contemplan las propuestas actuales. La esperanza es que esta nueva ronda de planes permita que el mundo se acerque aún más al objetivo de 2 grados centígrados.

A diferencia de Kioto, los planes son voluntarios.

?El precio de la energía solar y eólica han caído drásticamente en el mundo real?, asegura Jennifer Morgan, experta climática internacional del Instituto de Recursos Mundiales. ?Y los países que empiezan a tener alguna experiencia implementando políticas climáticas, se sienten cada vez menos nerviosos ante la alternativa de elegir entre el clima y el crecimiento económico. Se nota una mayor confianza en la capacidad de lograr ambos?.

Pero, ¿quién paga por todo esto?

Eso también es parte del debate. Hablemos de India, donde 300 millones de personas viven sin electricidad. El país quiere hace inversiones masivas en energía solar, lo cual aliviaría su dependencia del carbón y bajaría el precio de la tecnología solar para todos. Tiene el compromiso de hacer una parte por su cuenta, pero prometió hacer más si consigue financiación extranjera. Después de reuniones previas, algunos países se comprometieron a crear un fondo de 100 mil millones de dólares para 2020, el cual estará disponible a las naciones en desarrollo que quieran hacer la transición a energías limpias o necesiten adaptarse a cambios climáticos. El año pasado, dichos compromisos sumaban 62 mil millones de dólares. China está ofreciendo otros 3 mil millones de dólares.

Sin embargo, hay otros problemas. No se puede mitigar parte del daño causado por el clima. Por ejemplo, debido al aumento del nivel del mar, algunas naciones insulares pequeñas están ahogándose, literalmente. De modo que tal vez habrá que reubicar países enteros. Los países en desarrollo insisten en que las naciones ricas, cuyas emisiones causan el problema, tienen que pagar parte de la cuenta. Algunas naciones ricas podrían negarse, simplemente; otros líderes no están seguros de convencer a sus ciudadanos; y unos más temen que las naciones pequeñas con gobiernos débiles desvíen los fondos a políticos corruptos. Este tipo de compensación es uno de los espinosos problemas sin respuesta de la reunión de París.

¿De qué más se hablará?

No hay escasez de temas. El desmonte y la agricultura son la segunda fuente de emisiones de gases de invernadero generados por la actividad humana, así que los negociadores también trabajarán con temas forestales. Eso incluye un programa para que los países desarrollados paguen a las naciones pobres a fin de que mantengan el carbono almacenado en sus bosques, en vez de convertirlos en granjas o ranchos ganaderos. Un grupo de alcaldes globales, que representa a más de 200 millones de personas, ha estado redactado un acuerdo para permitir que las ciudades se comprometan a recortar sus emisiones muy por arriba de los compromisos establecidos por sus países.

Y por supuesto, los propios países siguen debatiendo qué parte, exactamente, de cualquier posible acuerdo será legalmente obligatorio, y cómo se hará cumplir.

Imagina a 195 naciones discutiendo por un documento legal. Durante dos semanas. ¿Qué puede salir mal?

National Geographic

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