Sed, hambre, angustia y desesperación inundan a la población afgana que esperan salir del aeropuerto de Kabul tras la toma de control talibán.
A la sombra de autobuses militares, los soldados de Estados Unidos descansan después de horas del yugo lacerante del sol. En las pistas de aterrizaje del aeropuerto de Kabul, se arremolina una multitud de personas afganas que buscan refugio en otras partes del mundo. Algunos gritan. Niños lloran. Madres desesperadas cargan a sus bebés, esperando subirse al próximo vuelo para salir de Afganistán para siempre. Después de décadas de relativa paz, el régimen talibán ha vuelto. Esta vez, con más potencia, y en medio de la pandemia.
Después de 20 años de guerra
Ni siquiera las restricciones sanitarias por COVID-19 han logrado apaciguar las Día de Jerusalén en Israel, a mediados de mayo de este año. Ahora, imágenes de la crisis en el aeropuerto de Kabul inundan los medios de comunicación. Principalmente, de las personas afganas que intentan desesperadamente salir del país para evitar el régimen talibán.
Algunos son periodistas. Otros, diplomáticos de otros países que buscan regresar a casa. La mayoría son nacionales, que se rehusan a vivir nuevamente la represión que la administración islámica ejerce sobre la población civil. Hasta ahora, 3 personas han muerto entre las hostilidades y el caos. Todos los vuelos han sido suspendidos. Incluso llegar al aeropuerto de Kabul es un problema, con filas de al menos 5 horas de espera.
La crisis en el Aeropuerto Internacional de Kabul ya está afectando físicamente a las víctimas. Una de ellas reportó para la BBC tener dolor en los pies, haber desarrollado ampollas y dificultad para mantenerse de pie. Mientras tanto, el régimen militar de los talibanes se instaura en Afganistán nuevamente. Autodenominado como «Emirato Islámico de Afganistán», éste es un grupo fundamentalista musulmán sunní, que ha forzado una guerra en el país durante las últimas dos décadas.
El material que llega al resto del mundo ha sido filmado por periodistas que han quedado atrapados en el país. Sin poder salir, suben contenido a las cuentas de sus redes sociales personales, desde videos hasta fotografías in situ. A la par, Estados Unidos ha intentado evacuar a sus diplomáticos en funciones. Los pocos nacionales que sí han logrado salir en vuelos internacionales piensan en sus familias, que no podrán escapar pronto.
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Tarjetas de salida secretas
Según los medios locales, la crisis realmente explotó cuando los altos funcionarios se enteraron que las tarjetas de embarque se estaban expidiendo en secreto. Desde ese momento, se ha vuelto prácticamente imposible conseguir un avión para sacar a las personas varadas en el aeropuerto de Kabul.
La gente esperó casi 8 horas hasta que el personal abandonó su puesto. Primero fueron los mostradores. Luego, los lugares de migración y pasaportes. «No había un control de seguridad», narra una de las víctimas. «Atravesamos y vimos que las grandes puertas de vidrio estaban destrozadas. La gente corrió hacia el último avión. Fue casi una estampida«.
Después de varios días de asedio, los talibanes recuperaron el control sobre la capital este domingo. Mientas las familias afganas intentan salir del país por avión, Estados Unidos mandó helicópteros militares para sacar de ahí a sus funcionarios públicos. Específicamente de la embajada, localizada en Kabul. Ambos grupos tienen en común el terror a las represalias del nuevo gobierno islámico.
Frente a una potencial ola de violencia, las personas que siguen varadas en Afganistán esperan horrorizadas, intentando salir. Quienes no lo han logrado, esperan en colas interminables en los bancos locales para retirar sus ahorros. Otros más se refugian en las mezquitas de la ciudad, esperando que el régimen no destruya los espacios sagrados, que supuestamente todavía los unen bajo la misma fe.
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