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Un volcán podría ocasionar la extinción de la rana cohete

Ante la inminente erupción, los científicos es esfuerzan por reunir los últimos ejemplares de una rara especie y reproducirla para el futuro.

Un equipo de científicos que trabaja cerca de Quito, Ecuador se da prisa para evacuar a una especie de rana en peligro crítico antes que sea aniquilada por la erupción de un volcán.

Pequeña, con franjas color chocolate, la rana cohete ?Hyloxalus (Colostethus) jacobuspetersi– solía ser muy común en las inmediaciones de Quito, incluso en pastizales y traspatios, pues se adapta bien a los ambientes poblados. Pero ahora, por razones no del todo esclarecidas, solo queda una población. Menos de 100 adultos, amén de una cantidad desconocida de animales jóvenes y renacuajos, se aferran a la vida en los Andes en las inmediaciones del Pita, río que alimenta la fusión de las nieves y el hielo que cubren el volcán Cotopaxi, que hace poco entró en actividad.

Bomba de tiempo

En agosto, Cotopaxi (cuya actividad amenaza a más de 300,000 personas) despidió vapor y cenizas después de permanecer virtualmente inactivo desde principios del siglo XX. Las emisiones fueron limitadas, pero la montaña se mantiene activa y el magma sigue subiendo en su interior. Se espera que en pocos meses, o tal vez semanas, ocurra una erupción mayor que derretiría su cubierta de nieve y precipitaría enormes flujos e inundaciones de lodo.

Lava, agua y barro corriendo por el río Pita, combinados con capas de ceniza asentadas en la tierra, seguramente acelerarían la carrera de las ranas cohete hacia la extinción. Por ello, los biólogos tratan de rescatar todos los individuos posibles antes que Cotopaxi estalle.

Lee: El enigma de una rana

?En circunstancias normales, una erupción sería casi irrelevante para una especie, porque las poblaciones de otras zonas que no serían afectadas?, explica el herpetólogo Santiago Ron, de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), en Quito. No obstante, en el caso de la rana cohete, la población en riesgo es la última de la especie.

Desde que inició la actividad volcánica, este verano, el equipo PUCE de Ron ha registrado cuidadosamente el hábitat del anfibio y hasta ahora, ha regresado al laboratorio con 25 renacuajos y una rana joven. ?La actividad de las ranas aumenta debido a las condiciones de la temporada de secas, por ello es muy difícil encontrarlas en este momento?, informa Ron. Además, son animales diurnos (activos durante el día) y los adultos recelan de la presencia de los científicos.

Pero el proceso de recolección se facilitará muy pronto. Al llegar las lluvias ?en cualquier momento- ?las vocalizaciones de las ranas revelarán sus escondites?, dice Ron.

Antiguos protectores

Hace tiempo que Ron y su equipo han estado en el negocio de salvar a las ranas amenazadas del Ecuador: uno de los países con mayor diversidad de anfibios, con más de 550 especies descritas hasta ahora (40 por ciento inexistentes en otras partes del mundo), aunque de ellas, un tercio o más están clasificadas como amenazadas o en peligro de extinción. Con semejantes estadísticas, Ron y sus colegas del proyecto Balsa de los Sapos pretenden recoger, albergar y reproducir tantas especies nacionales como sea posible, con la intención de liberarlas nuevamente en sus hábitats, siempre y cuando el ambiente lo permita.

Hasta el momento, el laboratorio universitario de Ron alberga 1 500 anfibios que representan 30 especies, y han tenido cierto éxito en la reproducción. Tarea nada fácil porque muchas ranas son muy caprichosas para aparearse, y tienen requisitos específicos de clima y alimento que los científicos aún intentan imitar en cautiverio.

Por supuesto, las ranas cohete no son la excepción: son difíciles de reproducir y criar. Pero aun falta mucho para iniciar ese esfuerzo. Primero, Ron tiene que rescatar al menos 50 adultos de la población de Quito, además de unos 100 renacuajos. ?Los renacuajos tienen pocas probabilidades de sobrevivir en la naturaleza?, explica. ?De modo que el cautiverio incrementa sus posibilidades de supervivencia en 80 o 90 por ciento?. Además, la captura de renacuajos impacta poco en la población y los animales criados en el laboratorio tienen más probabilidades de desarrollarse como adultos sanos en cautiverio.

¿Reproducir y regresar?

No es la primera vez que se rescata una especie casi extinta para reproducirla en cautiverio y reintroducirla en su hábitat. Por ejemplo, en 2001, un equipo de biólogos que trabajaba en Tanzania recogió sapos del aerosol de Kihansi, en rápida decadencia, y logró reproducirlos con éxito, reintroduciéndolos eventualmente en 2012.

¿Tendrán el mismo éxito con la rana cohete? Ron así lo espera, aunque podrían pasar muchos años para que el hábitat actual se regenere tras la erupción de Cotopaxi. Con todo, los animales podrían reintroducirse en una parte de su territorio histórico.

?Sería estupendo regresar ranas cohete adonde aún existe su hábitat?, dice Don Church, director ejecutivo de Amphibian Survival Alliance. ?No se ha documentado del todo porqué se han extinguido de manera tan extensa, pero los investigadores ecuatorianos creen que las causas principales son las enfermedades y el cambio climático?.

?Esos problemas no han desaparecido?, agrega Church, ?mas disponemos de nuevas herramientas para mitigar, potencialmente, esas amenazas en la naturaleza, como un probiótico cutáneo que vuelve a las ranas más resilientes al mortífero hongo quítrido?, uno de los causantes de la decadencia de esta y muchas otras especies de anfibios. ?Esas herramientas deben probarse en el campo, en más especies y en más regiones del mundo?.

Y ahora, con la atención especial que requiere la rana cohete de Quito, ?tenemos el candidato perfecto?, asegura.

Por supuesto, si el volcán no las alcanza primero.

National Geographic

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