La temperatura más baja que había sido registrada en nuestro planeta por una estación meteorológica fue de -89.2 ºC en el mes de julio de 1983 en la Base Vostok, una estación de investigación de Rusia en la Antártida Oriental.
En 2013, el científico Ted Scambos y sus compañeros, tomando en cuenta que las estaciones meteorológicas no pueden medir todas las temperaturas que hay en la Antártida, decidieron analizar los datos procedentes de varios satélites de observación de la Tierra para comprobar si en la meseta antártica podía haber una temperatura más baja de la que se tenía registrada en la Base Vostok.

Este estudio, publicado en Geophysical Research Letters, analizó los datos satelitales recogidos durante el invierno del hemisferio sur entre 2014 y 2016.
Los investigadores observaron temperaturas en la Antártida por debajo de los -90 ºC casi cada invierno y en una amplia región de la meseta, a más de 3,500 metros sobre el nivel del mar.
Casi 100 regiones alcanzaron temperaturas en la superficie de -98 ºC.
Esta investigación, dirigida por Ted Scambos del Centro Nacional de Datos sobre la Nieve y el Hielo, demuestra que las temperaturas más frías de la Tierra no solo ocurren con los cielos despejados, sino que además el aire tiene que ser extremadamente seco, ya que el vapor de agua bloquea la pérdida de calor procedente de la superficie de la nieve.

Foto: Ted Scambos, NSIDC
El récord de -98 ºC es lo más frío que puede llegar a experimentar la superficie terrestre, según los científicos, pues para que desciendan tanto las temperaturas se necesitan días despejados y aire seco persistente durante varios días.
“Las temperaturas podrían descender un poco más si estas condiciones durasen varias semanas, pero eso es extremadamente improbable”, asegura Scambos.
Pocos exploradores y aventureros han cruzado la meseta polar antártica.
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Foto: Ted Scambos, NSIDC