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Los esquimales que deben huir

El calentamiento global está hundiendo Kivalina e impide la caza necesaria para sobrevivir.

Cuando las tormentas otoñales sacuden Kivalina, en la costa noroccidental de Alaska, los fuertes vientos azotan los muros de agua helada de su frágil orilla. Situada a apenas cuatro metros sobre el mar de Chukotka, la isla se inunda con facilidad, y cada vez que el mal tiempo corta las comunicaciones por mar y aire, sus habitantes quedan completamente aislados.

Antaño, cuando llegaban las tormentas, la superficie del mar estaba congelada y el hielo amortiguaba el embate de las olas. Pero con el calentamiento global, el hielo no se forma hasta entrado el invierno y resulta demasiado tarde para proteger Kivalina. Golpeados durante años por los vientos y el agua, la isla y el pueblo que la habita se están literalmente desmoronando, dejando a sus aproximadamente 400 vecinos, en su mayoría esquimales inupiaq, sin otra salida que la de huir.

Según contó Colleen Swan, miembro del gobierno de la localidad, el cambio climático ha hecho de Kivalina un lugar demasiado peligroso para quedarse. "No hay más opciones", señala esta mujer que lidera los esfuerzos de reubicación. "Tenemos que marcharnos de la isla. Permanecer ya no es una opción".

Los vecinos de Alaska son la avanzadilla de afectados por el cambio climático, reconocía también el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un mensaje en el que anunciaba su visita a la región. Allí, el aumento de las temperaturas duplica en velocidad la media global, con un incremento de 3.5 grados centígrados en los valores invernales desde los años 50.

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Aquí, la disminución de masa de los glaciares, el derretimiento de la superficie helada del mar y la desaparición de la fauna son más que titulares: suponen una realidad de cambios tangibles que afectan a los hogares y modos de vida de quienes tienen que cazar y pescar para sobrevivir en estos gélidos parajes. Y su situación "no es más que una previa de lo que nos ocurrirá al resto si no actuamos", añadió Obama.

Kivalina se ha convertido en una especie de buque insignia sobre los estragos del cambio climático en Alaska.

Los pobladores nativos de la zona llevan siglos viviendo cerca de allí, en tierra firme, hasta que hace unos 100 años la Oficina estadounidense de Asuntos Indígenas construyó un colegio en la isla gracias a su fácil acceso por mar, e instó a las familias a instalarse allí.

Ahora, a medida que los mares helados se derriten y el hielo se transforma en lodo, ésta y otras comunidades de Alaska se van quedando en terrenos demasiado inestables. Varios informes del gobierno estadounidense hablan de hasta 184 comunidades amenazadas por el cambio climático. Doce de ellas, incluida Kivalina, necesitan una reubicación urgente, según la investigación publicada en 2013 por el think tank Brookings Intitution.

Pero reubicar a toda una comunidad resulta tan difícil como parece: costará más de 100 millones de dólares construir una nueva y segura Kivalina y las carreteras para llegar hasta allí. Las autoridades locales, federales y tribales no se ponen de acuerdo sobre la mejor manera de hacerlo y quién debería pagar la factura. "Ellos nos pusieron aquí, así que ellos deberían trasladarnos", sostiene Swan.

Mientras tanto, los esfuerzos por asegurar la isla han sido en vano. Los muros de contención construidos en la costa sólo tienen una duración estimada de entre 10 y 15 años. Y, según el informe de Brookings, en 2006 una tormenta causó graves daños a uno de estos diques multimillonarios antes de que la localidad tuviera ni siquiera tiempo para inaugurarlo.

Además, aunque sean trasladados a la zona continental, los vecinos de Kivalina seguirán viéndose afectados por el cambio climático. El derretimiento del hielo marino afecta a la caza de ballenas boreales y morsas, mientras que la carne de los animales capturados acaba echándose a perder debido al calentamiento de los almacenes de hielo, señala "Alaska Dispatch News".

Colleen Swan aprecia los esfuerzos de Obama para contener el cambio climático. "Es bueno que estén hablando de soluciones a largo plazo", señala. Pero en Kivalina y otras comunidades similares, el largo plazo llega demasiado tarde. "Hemos llegado tan lejos que la situación empeorará antes de que pueda mejorar", explica. "Si no lo solucionamos ahora, dejaremos el problema a nuestros hijos".

National Geographic

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