Un gato de Borneo macho, en buen estado de salud, fue detectado por primera vez en en el año de 2003 y se le ha vuelto a ver en varias ocaciones mediante 52 cámaras camufladas en la parte de la isla de Borneo, concretamente en la provincia de Borneo Central. En el siglo XX esta era una zona donde se desconocía la existencia de este felino endémico y en peligro de extinción.
El gato de Borneo (Pardofelis badia) es una especie descubierta a finales del siglo XIX en otras partes de la isla.
Susan Cheyne, codirectora de la Fundación de la Naturaleza de Borneo, explica a National Geographic que «los gatos salvajes pueden ser muy difíciles de estudiar en la naturaleza porque son reservados, solitarios y se camuflan muy bien». El gato en cuestión ha sido captado a más de 60 kilómetros de distancia de la zona más cercana en la que se conocía la existencia de la especie y, por tanto, podría tratarse de una nueva población de gatos de Borneo, pero los científicos se muestran cautos porque la selva donde se ha realizado el hallazgo no está protegida y se practica la caza furtiva.
Durante muchas décadas se pensó que estaba extinto hasta que, en 1992, unos cazadores capturaron un ejemplar vivo, en muy mal de estado de salud. Esto confirmó que efectivamente no se había extinto. No fue hasta el año de 2003 que se logró fotografiar un gato de Borneo en su medio natural. Es importante recalcar que la principal amenaza para estos felinos es la pérdida de su hábitat debido a la deforestación causada por la tala masiva de árboles con fines agrícolas.
Los expertos lo consideran el gato salvaje más desconocido.
El gato de Borneo, de color pardo, mide poco más de medio metro, tiene una larga cola que puede alcanzar los 40 centímetros y puede llegar a pesar entre dos y cuatro kilos. Los científicos creen que este felino, que es un cazador nocturno, se alimenta de aves y pequeños mamíferos.
Otro gato de Borneo macho y en buen estado de salud fue detectado en agosto de 2016.
«Todavía hay muchas cosas que no sabemos sobre las selvas de Borneo y el reloj sigue corriendo. Si queremos salvar a aquellas especies que están al borde de la extinción tenemos que desarrollar más estudios para comprender la distribución y las necesidades ecológicas de esas especies», subrayan los investigadores.
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