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Por el calor, la cacería de focas en Alaska duró pocos días

La caza de focas barbudas fue anormalmente corta debido a la fusión del hielo, y los nativos de Alaska temen la pérdida de su comida y cultura tradicional.

La caza de focas barbudas fue anormalmente corta debido a la fusión del hielo, y los nativos de Alaska temen la pérdida de su comida y cultura tradicional.

En esta aldea del Lejano Norte, ningún animal proporciona más proteína para llenar los congeladores que la foca barbuda. Un solo animal aporta cientos de kilos de carne, suficientes para alimentar una numerosa familia extendida durante todo el invierno.

A fines de junio y principios de julio, desde hace generaciones, cazadores nativos como Ross Schaeffer y su sobrina, Karmen Schaeffer Monigold han abordado sus lanchas de motor para abrirse paso entre el hielo del Golfo de Kotzebue, al noroeste de Alaska, en busca de focas que toman el sol sobre los témpanos. Pero este año, con temperaturas próximas a 21 grados centígrados, no había hielo a la vista y las focas ya habían emigrado al norte.

Esta temporada de cacería de focas fue la más corta que nadie pueda recordar: menos de una semana, respecto de las tres habituales.

Si bien Schaeffer y Monigold capturaron unos cuantos animales, las condiciones eran nada como las que Schaeffer, de 68 años, hubiera visto jamás. Hacia la tercera semana de junio ?cuando Monigold suele vestirse para el frío-, la mujer llevaba pantalones y sandalias para ir a revisar las pieles de foca que había puesto a secar.

?Las cosas se ponen más y más difíciles cada año que salimos porque, cuando llega el momento de ir de cacería, el hielo está tan desgastado que es casi imposible encontrar focas?, se queja Monigold.

Las temperaturas y el hielo de Kotzebue son cada vez más imprevisibles, y los cazadores temen que sus hijos y nietos ya no puedan participar en la tradicional cacería de focas. Kotzebue es una de las comunidades más grandes de los casi 40 grupos nativos alaskeños asentados en la costa, entre la Bahía de Bristol y Kaktovik, todos los cuales subsisten de la foca barbuda. (Lee: Las lagunas que desaparecen)

La cambiante temporada de focas en el Golfo de Kotzebue es parte de otro capítulo en la acelerada historia del cambio climático en Alaska, que amenaza el alimento, la economía y la cultura de las comunidades nativas.

Los antiguos patrones de muchos animales están cambiando. Por ejemplo, la temporada de la migración del caribú se ha demorado, cosa que los científicos vinculan con las temperaturas más templadas. Y en el Mar de Bering, el desquiciado clima y los patrones inusuales del hielo marino han entorpecido la cacería de morsas, ocasionando una grave escasez de alimento en algunas aldeas.

Un punto caliente en Alaska

El invierno de 2014 fue el más cálido jamás registrado en todo el territorio de Alaska y según el Servicio Nacional de Clima, el verano ha seguido un patrón parecido hasta ahora, con centenares de incendios ocasionados por las condiciones calurosas y secas. De hecho, el mes de mayo en Kotzebue fue el más caluroso jamás registrado: con hasta 8 grados Fahrenheit por arriba de lo habitual.

?Empezó a llover y llovió intensamente cada noche durante cuatro o cinco noches consecutivas. La lluvia es tan templada que se filtra por el hielo y este se revienta, además de que ya está completamente desgastado?, dice Schaeffer, quien ha cazado desde hace unos 60 años. ?Ya no es como antes?.

Schaeffer dice que las condiciones del hielo en el Golfo de Kotzebue, el mes pasado, fueron algo nunca visto. ?Ya no es como antes?, lamenta.

Kotzebue, en particular, es un punto caliente del estado. Desde el año 2000 se han registrado seis de los diez inviernos más calurosos y los climatólogos opinan que, este verano y principios del otoño, la aldea experimentará más calor inusual.

Temperaturas marinas superiores al promedio contribuyeron al invierno anormalmente templado de Alaska cuando los vientos del sur soplaron sobre el océano y se extendieron tierra adentro. Si bien el próximo invierno podría ser más frío, expertos consideran que, a largo plazo, el clima más templado y húmedo podría volverse más común.

?La tendencia de las últimas décadas es clara: cada vez habrá menos hielo marino?, advierte Rick Thoman, gestor de ciencias y servicios climáticos del Servicio Nacional de Clima en Alaska. (Lee: Hielo marino: menor y menor)

Aunque el manto de hielo del Golfo de Kotzebue se ha reducido desde la década de 1950, la tendencia se ha acelerado en años recientes.

?Hay aguas abiertas en el Mar de Chukchi y en este momento llegan casi hasta Barrow, lo que es notablemente temprano para la temporada?, dice Thoman.

Las focas siguen el hielo

Las focas barbudas, llamadas ugruk en lengua inupiaq, migran por toda la costa noroeste de Alaska, desde el Mar de Bering hasta los mares de Chukchi y Beaufort, siguiendo el avance del hielo durante el invierno y su retroceso estival, informa Peter Boveng, líder del programa de ecosistemas polares en el Centro de Ciencias de las Pesquerías de Alaska en la Asociación Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés).

Científicos calculan que hay unas 300,000 focas barbudas en la población reproductiva del Mar de Bering y una cantidad desconocida de animales que se reproducen en las aguas de Chukchi y Beaufort. Pero al modificarse los patrones del hielo, es posible que los animales busquen otros lugares donde pasar el tiempo, agrega Boveng.

A fines de junio, durante la temporada de caza tradicional en Kotzebue, las focas barbudas se reproducen en el hielo y también utilizan esas plataformas para tomar el sol, pues el calor eleva la temperatura de su piel y estimula el crecimiento del pelo para repoblar sus mantos. Eso es lo que ha complicado la cacería, ya que los animales solo permanecen en aguas próximas a Kotzebue si las condiciones del hielo son adecuadas.

?Si las focas se encuentran en el momento pico de la muda, probablemente se quedarán cerca del hielo. Pero si el hielo se aleja del golfo anticipadamente, Kotzebue podría experimentar una importante mengua en la cantidad de animales que visiten el área en su migración hacia el norte?, explica Boveng.

Hasta ahora, no hay pruebas de que los cambios en el patrón de hielo estén dañando a las focas. No obstante, si no pueden encontrar hielo de la calidad que requieren, científicos opinan que tal vez no puedan desarrollar pelajes adecuados para protegerse de abrasiones e infecciones, prosigue Boveng.

En 2011, se registró una mortandad inusual de varias especies de focas de Alaska dependientes del hielo, incluidas las barbudas. Boveng informa que aparecieron animales enfermos o muertos que, entre otros síntomas, presentaban pelajes anormales. Sin embargo, no se ha determinado si hubo un nexo entre el incidente y el cambio climático.

En una época, la subsistencia de Kotzebue dependió, en buena medida, de las ballenas beluga, informa Alex Whiting, especialista ambiental de la Aldea Nativa de Kotzebue. Pero luego, en la década de 1980, muchos cetáceos dejaron de acudir al golfo por razones no del todo comprendidas. En cualquier caso, dice, los cazadores son adaptables y encontrarán la manera de conseguir focas, aun cuando cambien sus patrones de migración.

Nutritivas y espirituales

Kilo por kilo, el caribú es la fuente de carne salvaje más importante en Kotzebue, seguido de cerca por la foca barbuda, una proteína nutritiva y magra, rica en omega 3.

?La foca barbuda adulta, en particular, aporta tipos de aceite y carne que no son reemplazables?, dice Whiting. ?Si pierden la ventana para cosecharlas, pasará otro año antes que surja nuevamente la oportunidad?.

Pese a ello, Monigold dice que su inquietud principal frente al cambio en la temporada de focas es de índole espiritual. Llevar de cacería a los niños de la aldea les comunica un sentido de propósito y vinculación con la cultura. Por ejemplo, cuando abaten una foca barbuda, Monigold ha enseñado a sus hijos a ponerle agua dulce en la boca para liberar su espíritu en el mar, gesto que lleva la intención de atraer más focas para el siguiente año. Y compartir la carne inculca respeto e infunde confianza.

Schaeffer teme que, de continuar la tendencia del calentamiento, a la larga sus nietos no tendrán la oportunidad de cazar focas barbudas en el golfo. Sus abuelos viajaban en trineos de perros y dependían enteramente del alimento que cazaban y recolectaban, pero muchas de aquellas tradiciones se han perdido en un tiempo relativamente corto. La tecnología fue el primer agente de cambio; ahora es el clima.

La foca es comida del alma para los indígenas alaskeños. Cuando Monigold viaja y se queda sin ese u otros alimentos tradicionales, siente una profunda apatía y anhela la comida casera.

?Tan pronto como tomo un bocado, vuelvo a ser la misma?, dice.

Este artículo fue realizado con una beca del Centro Pulitzer para el Reportaje de Crisis.

National Geographic

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