Los científicos estadounidenses decidieron darle un nombre clave a los trabajos para la creación de la bomba atómica: Proyecto Manhattan.
Oppenheimer de Christopher Nolan es sólo una de las muchas películas que retratan los avances científicos en tiempos de guerra. Muchos dicen que la ciencia se desarrolla mejor en momentos difíciles. Aunque no podemos decretarlo como una regla, es cierto que muchos planes tienen su origen en estos periodos, tal es el caso del Proyecto Manhattan. Esta es su historia.
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En el escenario de la Guerra
Frente al estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, decenas de científicos estadounidenses que vivían en Europa regresaron a su país natal acompañados de científicos judíos cuya vida peligraba bajo el régimen de Adolf Hitler. Al volver, trajeron consigo los desarrollos científicos y la semilla que lo inició todo: la investigación sobre la fisión nuclear.
De acuerdo con los recién llegados, los científicos nazis estaban en vías de crear un arma atómica y los físicos Leo Szilard y Eugene Wigner convencieron a Albert Einstein de proponerle al gobierno de Estados Unidos iniciar con la investigación nuclear. Fue así que un 6 de diciembre de 1941 inició el Proyecto Manhattan. Entre los líderes de la investigación, se encontraban Leo Szilard, Enrico Fermi, Edward Teller, Ernest Orlando Lawrence y por supuesto, J. Robert Oppenheimer.
El proyecto corrió a cargo de la Universidad de California y la Universidad de Chicago. En 1942, Fermi construyó el primer reactor nuclear. Un año después, se creó el laboratorio de Los Álamos, Nuevo México, donde se profundizaría en la construcción del arma nuclear que acabó con las ciudades de Hiroshima y Nagazaki.
Proyecto Manhattan: Una amenaza local
Las primeras pruebas de la bomba atómica se realizaron en territorio americano. El 16 de julio de 1945, a las 5:30 am, estallaba el primer experimento de arma nuclear al sur de Albuquerque, Nuevo México. Este evento expuso a la radiación a la población local, que hasta el momento no había sido informada sobre los experimentos científicos que se realizaban en los alrededores del lugar en el que vivían. Las personas más cercanas a la explosión se encontraban a menos de 20 kilómetros de distancia. Al lugar donde hicieron las pruebas lo llamaron «Sitio Trinity«.
En un artículo para National Geographic, Lesley Blume recupera algunos de los testimonios de quienes vivieron el impacto atómico. Esto es lo que contaron que pasó después de escuchar la explosión:
«Todos estábamos simplemente impactados… y luego, de repente, apareció una gran nube encima y luces en el cielo,» recuerda Bárbara Kent, miembro de un campamento de baile que tuvo lugar en el desierto de Nuevo México. «Incluso nos dolían los ojos cuando mirábamos hacia arriba. Todo el cielo se volvió extraño. Era como si el sol saliera de manera tremenda.»
Ante las afectaciones que tuvieron las personas locales, en 2005 se fundó la El Consorcio de Residentes del Área Afectada en la Cuenca de Tularosa, un grupo que busca justicia para quienes se vieron afectados por el estallido atómico, daño que el gobierno estadounidense se ha negado a reconocer.
«Personas murieron como resultado de la prueba Trinity, eso es un hecho. Personas todavía están sufriendo, eso es un hecho. Los Estados Unidos deben dar un paso adelante para abordar esta responsabilidad, esta injusticia.»
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