La Luna de Ciervo no estuvo sola en la bóveda celeste este verano. Por el contrario, en medio de la época estival, una luz potente surcó el cielo nocturno junto al brillo intenso de la Superluna de julio. Se trató del cometa C/2017 K2, el cuerpo celeste más grande que pasará por la Tierra este año.
Según los astrónomos de la NASA, este cometa nos acompañará intermitentemente hasta inicios de 2023. Sin embargo, la frecuencia de su cercanía a la Tierra es incierta. Y lo que es más: una vez que se cumpla su periodo de estancia en el Sistema Solar, es posible que nunca más volvamos a ver su fulgor en medio de la noche.
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La Luna de Ciervo es la tercera de 4 superlunas en 2022. El espectáculo astronómico que dio el miércoles 14 de julio se complementó con el centellar del cometa C/2017 K2, descubierto originalmente hace un lustro. En julio de este año, pasó a sólo 277 millones de kilómetros de nuestro planeta. A su paso, dejó una estela de luz en la bóveda celeste.
En esta ocasión, la plataforma de observación astronómica Earth Sky lo describió como el «mejor cometa del verano», visible incluso con telescopios pequeños. El cuerpo celeste apareció en la línea del horizonte hacia el atardecer, pero sólo fue visible en completa oscuridad. Particularmente, en espacios donde la contaminación lumínica no asfixia el cielo oscuro.
La única imagen que existe del cometa C/2017 K2 fue capturada por el Telescopio Hubble. Una nube de polvo cósmico rodeó al cuerpo celeste en ese momento, y se registró como el «cometa activo más lejano que jamás se haya observado al ingresar al Sistema Solar«, explicó la NASA.
El telescopio tomó más imágenes del cometa K2 cuando estaba a unos 2 mil 400 millones de kilómetros del Sol. Incluso más allá de Saturno. Se sabe que este cuerpo celeste nació en la Sistema Solar. Cientos de miles de millones de cometas provienen de esta región helada.
Las agencias espaciales aseguran que el cometa C/2017 K2 tiene un núcleo diminuto. Aunque se encuentra a una distancia considerable del Sol, la energía del astro alcanzó su envoltura gélida. A pesar de lo verdaderamente masivo que es, se requieren telescopios sencillos para observarlo con más detalle.
Los astrónomos aseguran que este cometa nos acompañará hasta septiembre de 2022, con espacios de tiempo inciertos. Además, sólo será visible en el hemisferio norte del planeta. Esta intermitencia se irá difuminando hasta inicios de 2023, cuando se perderá por tiempo indefinido. La NASA piensa, incluso, que podría desaparecerá para siempre.
En las noches sin lunas tan intensas, algunos científicos piensan que el cometa C/2017 K2 será visible a simple vista. Con el paso de los meses, se hará cada vez más pálido —hasta perderse en el flujo interminable del cosmos.
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