En Madagascar ya no queda espacio para la duda: el cambio climático es una realidad y sus fatales consecuencias están orillando a miles a la hambruna.
En el último año, los efectos del cambio climático se hicieron más tangibles que nunca. Los resultados de miles de estudios que coinciden en un aumento sin precedentes de la temperatura global a partir de la Revolución Industrial se manifestaron en forma de incendios incontrolables, olas de calor récord o sequías sin tregua.
Sin embargo, ningún efecto del cambio climático había alcanzado un escenario límite sobre la vida humana como la situación que actualmente vive el sur de Madagascar:
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), casi tres millones de personas en la isla están sufriendo las consecuencias de dos sequías extremas consecutivas, las peores de los últimos 40 años. La falta de lluvia y las tormentas de arena han provocado un escenario definido por Naciones Unidas como “al borde de la hambruna”.
David Basley, Director del Programa Mundial de Alimentos, describió la situación como el primer acontecimiento de la historia moderna de esta naturaleza causado exclusivamente por el calentamiento global.
Al borde de la hambruna
Issa Sanogo, Coordinador Residente de la ONU en Madagascar, advirtió de la crisis humanitaria que se avecina tras su última visita a la región. A la precaria situación de miles de familias, se suman las disputas de los Dahalo, grupos de ladrones rurales que se dedican a extorsionar y compiten por las cabezas de ganado.
La situación empeora en Amboasary Atsimo, una ciudad al sur de la isla con 40 mil habitantes, donde Naciones Unidas considera que el 75 % de la población está pasando hambre y 14,000 más están al borde de la hambruna.
“Estas personas se han visto significativamente afectadas por las tormentas de arena, todas sus tierras de cultivo están llenas de sedimentos y no pueden producir nada”, explica Sanogo, mientras detalla cómo los campesinos de la zona han perdido la mayoría de sus cosechas y carecen de medios para subsistir o comprar comida.
La región se encuentra en el nivel 5 de inseguridad alimentaria según la CIF (Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria), el más alto de la escala, definido como una hambruna o catástrofe humanitaria. De aquí que Sanogo llame a aumentar la respuesta humanitaria en el sitio a través de esfuerzos coordinados entre Naciones Unidas y el gobierno:
“Corremos el riesgo de ver a estas personas que han soportado la prolongada sequía entrar en la época de escasez sin medios para comer, pagar los servicios sanitarios, enviar a sus niños y niñas a la escuela, conseguir agua potable e, incluso, para conseguir semillas para plantar en la próxima temporada agrícola”.
A principios de agosto, el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) dejó claro que la emergencia climática es causada de forma inequívoca por la actividad humana y que muchos de los efectos del aumento global de la temperatura serán irreversibles por siglos o milenios.
En el sur de Madagascar, mientras el suelo de cultivo es más árido y las lluvias no llegan, ya no queda espacio para la suspicacia o el negacionismo. «Así se ven realmente las consecuencias del cambio climático y la gente no tiene porqué merecer esto», resume Sanogo, a un tris de que la humanidad sufra la primera hambruna provocada por el calentamiento global.
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