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En los años recientes, los microplásticos se han infiltrado a los organismos de los seres vivos en el planeta. Cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria cuenta ya con algún porcentaje de pedazos microscópicos de este material en su interior, incluso los seres humanos. Ninguno de ellos, a excepción de las vacas, es capaz de descomponer plástico efectivamente. Sólo ellas tienen la capacidad metabólica no sólo para procesarlo adecuadamente, sino hacerlo sin demasiado esfuerzo. Así funciona.
Los estómagos de las vacas están equipados naturalmente para descomponer plástico, de manera que los pedazos microscópicos no intervienen con sus procesos metabólicos. De acuerdo con un estudio reciente de a Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida en Austria y, porque tienen cuatro compartimientos con bacterias corrosivas al interior. Por esta razón, sus intestinos son lo suficientemente poderosos para lidiar con ésta y otras sustancias complicadas.
Esto podría resultar difícil de creer para animales cuya dieta se basa exclusivamente en vegetales y plantas. Sin embargo, sus enzimas pueden deshacerse de una variedad amplia de plásticos utilizados por los seres humanos, que contaminan el subsuelo y se inmiscuyen entre los pastizales. De esta manera, parece ser que los productos lácteos y la carne de res están libres de microplásticos.
Georg Guebitz y sus colegas, quienes condujeron la investigación, observaron el comportamiento en un matadero local. A partir del líquido del rumen de bueyes jóvenes, se dieron cuenta de que las enzimas que protegen a los bovinos les permiten digerir de casi cualquier cosa que se llevan a la boca.
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Entre los materiales estaban tres tipos de poliésteres: tereftalato de polietileno (PET), tereftalato de adipato de polibutileno (PBAT) y furanoato de polietileno (PEF). Estos se emplean comúnmente para realizar botellas, textiles y bolsas de plástico. Casi todos los productos son de un sólo uso, por lo que es común que vayan a dar al subsuelo, a los cuerpos de agua y a diversos ecosistemas como basura.
Por esta razón, los productos sintéticos microscópicos que llegan al tracto digestivo de las vacas no representan un problema. Las enzimas logran descomponer plástico con un espacio de entre uno hasta tres días, bajo una temperatura aproximada de 40ºC al interior del estómago. Con esta información, aseguran los científicos, es probable que pueda generarse tecnología que degrade estos materiales en el futuro cercano.
Este proceso aceleraría la destrucción de los desechos de un sólo uso, según detallan los autores en el artículo publicado en Frontiers in Bioengineering and Biotechnology. Sin embargo, según apunta Ramani Narayan de la Universidad Estatal de Michigan, todavía «hay mucho trabajo por hacer en términos de cuál es el rendimiento» de las enzimas que puedan producirse sintéticamente.
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