Incapaces de resistir las altas temperaturas, las abejas macho entran en un estado de shock y después de convulsionar, su cuerpo ‘explota’.
En la última década, las abejas se han convertido en un símbolo de todo lo que está en riesgo con el avance de la crisis climática provocada por la actividad humana. Como un polinizador clave, la extinción acelerada de especies y la caída de su población global amenazan a un sinfín de cultivos en los que se sustenta la seguridad alimentaria mundial.
Una nueva investigación de la Universidad de la Columbia Británica en Canadá reveló que durante las olas de calor extremo, los zánganos (las abejas macho que habitan una colmena) experimentan una muerte por estrés que lleva su cuerpo al límite:
Incapaces de resistir las altas temperaturas, las abejas macho entran en un estado de shock y después de convulsionar, su cuerpo ‘explota’. Su endófalo (el homólogo al pene de los zánganos, que en condiciones normales se desprende violentamente de su tórax para intentar inseminar a la reina) sale disparado hacia el exterior, provocando un cortocircuito que termina con su vida en cuestión de minutos.
En condiciones normales, las colmenas se termorregulan y mantienen unos 35 º C al interior; sin embargo, ninguna colonia parece estar preparada para el aumento súbito de la temperatura que traen consigo las olas de calor derivadas de la crisis climática.
En junio de 2021, la Columbia Británica rompió el récord histórico de altas temperaturas en Canadá, cuando durante dos días consecutivos, el poblado de Lytton, al oeste de Vancouver alcanzó los 47.9 ºC y 24 horas más tarde, el termómetro marcó los 49.5 ºC.
El equipo a cargo de la investigación (aún pendiente de su revisión por pares) explica que para los zánganos, pasar seis horas a una temperatura ambiente de 42 ºC equivale a la muerte de la mitad de la población de una colmena.
“Cuando los zánganos mueren por conmoción, eyaculan espontáneamente”, afirma la Dra. Alison McAfee, autora del estudio y becaria postdoctoral en los Laboratorios Michael Smith de la UBC cuya principal línea de investigación es la salud de las abejas.
“Sabemos que tras seis horas a 42 ºC, la mitad de los zánganos morirán de estrés por calor. Los más sensibles comienzan a perecer a las dos o tres horas. Se trata de una temperatura que normalmente no deberían experimentar, pero estábamos viendo abejas estresarse hasta la muerte», explica.
En busca de una solución, McAfee trabajó de la mano con su colega apicultora Emily Huxter y pusieron en marcha un mecanismo con el fin de probar su eficacia para enfriar los panales: en seis de ellos instalaron cubiertas de poliestireno de dos pulgadas, mientras otros seis funcionaron como control.
Al comparar la temperatura entre ambos grupos, McAfee y Huxter se dieron cuenta de que los panales cubiertos con poliestireno se encontraban hasta 4 ºC más frescos que el resto. Además, instalaron un comedero con el que alimentaron a las abejas con jarabe de azúcar y descubrieron que los panales con estos comederos se encontraban 1.1 ºC más fríos que los demás.
Y aunque ambos métodos experimentales parecen resultar eficientes para mantener los panales frescos, McAfee considera que la presente investigación debe servir como un punto de partida para encontrar mecanismos efectivos y asequibles que permitan proteger a las abejas ante el aumento de la temperatura global que se avecina en las próximas décadas.
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