Hace dos años, una serie de terremotos sacudieron Christchurch, Nueva Zelandia. Hoy en día, la ciudad toma esa oportunidad para reinventarse.
Hace dos años, una serie de terremotos sacudieron Christchurch, Nueva Zelandia, hasta la médula, convirtiendo su céntrico distrito de negocios en una acordonada zona de emergencia. Pero incluso mientras esta puerta histórica a la South Island se prepara para los años de reconstrucción que tiene por adelante, un espíritu innovador está surgiendo de los escombros con el fin de sacudir las cosas para bien.
«Ya no queda nada macabro, ahora muestra su potencial pleno», dice Anthony Wright, director del Museo Canterbury.
Un buen ejemplo es el arisco, y aun así jubiloso centro comercial Re:Start, una ciudad dentro de otra, hecha de lustrosos contenedores para embarques ultramarinos que fueron adaptados como cafés, librerías y tiendas, con serpenteantes avenidas, artistas callejeros y jardines que dan la bienvenida a la gente que regresa al centro.
De hecho, por todas partes de la ciudad está brotando vida nueva en los espacios vacantes. En el estrafalario Smash Palace, ubicado en una esquina transitada, en un autobús viejo se sirven cerveza artesanal y hamburguesas «bodgie» (con huevo y betabel) en un lote adornado con luces multicolores y delimitado por andamios envueltos en lonas blancas.
Más señas de renacimiento: el actor Ian McKellen se ha solidarizado con la reparación del histórico Isaac Theatre Royal, y septiembre trajo la reapertura del céntrico Hotel Ibis, con su restaurante-bar Oopen.
Cerca de ahí, equipos de construcción trabajan en el resurgimiento de la Plaza de la Catedral.