En medio del caos marroquí se esconde Chefchaouen, un paraíso azul lejos del comercio y el mundo urbano.
El bullicio de ciudades imperiales, como Fez o Marrakech, queda en el olvido al momento de pisar Chefchaouen, un remanso de paz para el viajero en la periferia de un país que, ante los ojos de cualquier occidental, funciona en un caos absoluto.
Hace cinco siglos, Chaouen era una ciudad impenetrable, sagrada para los musulmanes y prohibida para los cristianos. Aunque Mohamed VI, el rey de Marruecos, ha abierto al visitante este refugio de pastores y artesanos en los últimos 18 años, la ciudad sigue desprendiendo una esencia singular. Aquí las horas se dilatan y el tiempo pierde su jerarquía.
Llegar a Chaouen es penetrar en un diminuto laberinto empedrado que, a diferencia de otras medinas marroquíes, encierra un orden perfecto. Todos los caminos llegan a la plaza Hamman, donde está la mayor de las mezquitas y centro de reunión de sus habitantes. Deambular por sus callejuelas es la única forma de aprehender todo el lirismo que resume este pueblo azul, situado en la cordillera de Los Cuernos, de la que toma su nombre.
La manera más recomendable de huir es caminar montaña arriba hasta la mezquita «maldita». Los exiliados del Al Andalus la construyeron hace más de 500 años y por mucho tiempo estuvo abandonada. Desde allí se puede ver todo Chefchaouen.
Si amaneces en Chaouen un lunes, es momento de compras. Los saharauis vienen desde el sur de Marruecos y ponen su mercado. Hay de todo, y como siempre, el precio es negociable. Pero son sólo unas cuantas horas de locura, porque cuando haya pasado el momento del alboroto del mercado, Chaouen volverá a ser ese pueblo azul perdido entre montañas.
ALOJAMIENTO: El Hotel Guernica tiene su encanto. Su terraza es perfecta para disfrutar de un atardecer con un buen té moruno. Precio: 20 euros en ocupación doble.
COMIDA: Aladín, en la plaza Hamman, cuenta con una terraza magnífica desde la que se ve la montaña y la ciudad entera. Es perfecto para comer o cenar y sus precios son bastante accesibles.
COSAS QUE HACER: Disfruta de un auténtico baño árabe en el Hamman del pueblo. Por 10 dírhams puedes tomar un baño digno de reyes, en el que las mujeres se preocupan por masajearte y esfuman cualquier rasgo de tensión.