El mosaico de tradiciones y la mezcolanza religiosa en su historia hacen que Toledo no deje indiferente a nadie.
Caminar por las calles de Toledo es una experiencia a través del tiempo. Sus construcciones y calles estrechas, enmarcadas por el río Tajo, son magníficas, así que no es de extrañar que la UNESCO la considere Patrimonio de la Humanidad.
Estamos en el Toledo medieval, neoclásico, gótico, barroco…
Entre sus murallas existen distintas entradas que dan paso al casco histórico del Puente de Alcántara, el de San Martín o la Puerta de Bisagra. Es en esta última donde se localiza la oficina de turismo, perfecto para empezar a recorrer la ciudad.
En el centro hay que dedicarse a contemplar los múltiples monumentos y rincones, sin olvidar que para conocer a fondo esta joya hay que empaparse de su historia, arte y, sobre todo, dejarse perder por los callejones, plazas y patios de las casas toledanas: por ningún motivo puede faltar una visita a la Catedral, el edificio más representativo de Toledo. Aquí está la huella de todos los estilos artísticos predominantes en la historia española, como las estructuras góticas, trazos árabes, influencias barrocas y neoclásicas. Se recomienda caminar sin prisa para admirar sus naves y capillas.
Entre las numerosas plazas está la de Zocodover, conocida como el centro de la vida de la ciudad. Está rodeada de cafés, restaurantes y comercios; pero este lugar presenció diferentes acontecimientos a lo largo de las épocas, por ejemplo: para los romanos fue un espacio de defensa, los árabes la convirtieron en «mercado de bestias de carga» y en la época de la Inquisición, se realizaron numerosas ejecuciones.
Otras de las riquezas monumentales que posee Toledo son las mezquitas del Cristo de la Luz y la de Tornerías. También vale la pena conocer la sinagoga El Tránsito, que cuenta con museo que describe la vida y cultura que tenían los judíos; y Santa María Blanca, la sinagoga más antigua de España que varios años después se transformó en iglesia católica. Hoy es un museo de artesanías, sin dejar su arquitectura impresionante.
Otro monumento excepcional es el convento franciscano de San Juan de los Reyes, de estilo isabelino, que fue construido por orden de los reyes católicos en el siglo XV y destaca por su claustro gótico.
Si se quiere conocer la obra de El Greco, hay que asistir a la parroquia de Santo Tomé, donde se puede disfrutar la famosa pintura al óleo conocida como El Entierro del Señor de Orgaz; en La Casa y Museo de El Greco, se recopilan algunos de sus mejores cuadros, mientras que en el monasterio de Santo Domingo el Antiguo se encuentran la tumba y algunas pinturas del artista.
No hay que olvidar que en lo alto de la colina se sitúa, a 548 metros de altura del Alcázar, una fortificación desde donde se aprecia una magnífica vista de la ciudad. En el siglo III fue un palacio romano, pero después fue restaurado y modificado como residencia monárquica, cuartel militar, cárcel de la Corona y ahora es la sede del museo del ejército.
Quien quiera escapar de lo tradicional tiene la opción de descubrir alguna senda ecológica o los sitios poco accesibles de la ciudad, están las Termas Romanas, vestigios arqueológicos conocidos desde 1986 que ilustran la grandeza de la ciudad en la época del Imperio Romano.
Para cerrar con broche de oro, hay que llegar en taxi o en coche hasta El Valle, donde se pueden apreciar los atardeceres y encantadoras puestas de sol, completando así la magia de Toledo.