Descubre el fantástico paisaje montañoso que existe más allá de las costas llenas de turístas.
Desde que comenzó el ascenso, Joshua, de 13 años, está fantaseando con la torre. Su silueta se destaca en el cielo matutino como una escabrosa muela hueca. La Talaia de Son Jaumell está situada en la cima del monte Es Telégraf, en el extremo este de Mallorca.
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Desde fuera no se puede ver, pero en el interior de la torre derruida seguro que se encuentra un bar lujoso, asegura Joshua. El barman, a quien le da muchísima alegría que por fin lleguen otra vez visitantes, mezcla en lo alto de la torre los cócteles más sabrosos, fantasea.
Caminar con niños en Mallorca durante las vacaciones de verano: a primera vista parece ser una locura y, efectivamente, hay muchas cosas que se pueden hacer mal. Cuando hace años salimos por primera vez a caminar, cometimos desde el principio varios errores al mismo tiempo.
El primero fue comenzar la caminata demasiado tarde, hacia el mediodía, un error que pagaríamos caro. El camino de ida estaba bonito: iba de las dunas de Cala Mesquida, en el noreste de la isla, a Cala Agulla, la bahía para bañistas de la localidad turística de Cala Rajada, pasando por un bosque de pinos. Cuando llegamos a la playa, ya estábamos bastante cansados y habíamos cometido el segundo error: llevar con nosotros muy poco dinero para tomar un taxi para el regreso.
Para entonces, el sol estaba en su cénit. A plena luz del mediodía nos arrastramos por el bosque. Algunas cabras, que en muchos lugares de Mallorca andan sueltas, parecían reírse de nosotros con sus balidos. El hijo más pequeño, que entonces tenía cuatro años, pronto ya no pudo caminar más y tuvo que ser llevado en brazos. Cuando regresamos a primera hora de la tarde, estábamos totalmente exhaustos. Habíamos aprendido la lección: siempre hay que llevar consigo suficiente dinero y deberíamos haber salido o bien temprano por la mañana o al atardecer.
Para nuestra caminata hacia la cima del Es Telégraf hemos puesto el despertador a las seis de la mañana. Cuando sale el sol, ya estamos caminando por el sendero arriba de la bahía. No deja de asombrar que en Mallorca es posible cambiar rápidamente el bullicio de un club de vacaciones por la soledad de la naturaleza. Muchas veces solo hace falta dar un par de pasos. Esto tiene su encanto sobre todo en el noroeste de la isla, donde las montañas de la Serra de Tramuntana ejercen una gran atracción. Sin embargo, la mayoría de los que visitan Mallorca no sale ni una sola vez de su centro turístico.
Esta vez llevamos con nosotros suficiente agua. La desventaja es que hay que cargarla. Antes de encontrar el camino correcto, tuvimos que buscar media hora. En muchos lugares de la isla uno desea que hubiese una mejor señalización.
La Talaia de Son Jaumell se yergue como un ermitaño delante de nosotros en la cresta pelada de la montaña. Siempre conviene, cuando uno emprende una caminata, fijar un objetivo, sobre todo caminando con niños. Y para nosotros, la Talaia de Son Jaumell no es cualquier objetivo: durante muchos años la teníamos en mente, porque la podíamos ver desde casi todos los puntos de nuestro centro turístico.
Más que una caminata, es una escalada, pero esto también tiene su ventaja: los niños tienden más a tirar la toalla en caminos planos, bien trazados, que en senderos escabrosos que requieren cierto esfuerzo. Y otra recomendación: de ser posible, hay que elegir un camino que pase junto a la costa, porque es tremendamente motivante poder ver el azul oscuro del mar resplandeciente entre las pendientes.
Después de dos horas llega el gran momento: estamos frente a la Talaia de Son Jaumell, la torre que durante tantos años solo habíamos vista desde la lejanía. No hay ningún bar pero sí unas vistas espectaculares: hacia un lado se ve hasta el extremo norte de Mallorca, hacia otro muy lejos hacia el interior de la isla. Los muros de la histórica fortaleza de Capdeperra están pegados a la montaña como un castillo de juguete ladeado.
"Se siente como muy antiguo", dice Joshua cuando toca con la palma de la mano los fríos muros. Y lo que nunca podíamos ver desde el centro turístico allí abajo es que la torre ya no es redonda. Más bien forma un semicírculo. El resto se fue derrumbando con el tiempo. Las piedras están esparcidas alrededor.
Atalayas como esta hay a lo largo de toda la costa mallorquina. Desde el lugar donde nos encontramos ahora podemos ver otras dos. Cuando en el siglo XVI aparecía en el mar una flota de buques pirata, el guardián de la torre encendía una hoguera como señal de aviso. Tan pronto como los guardianes en las torres vecinas vieran el fuego, hacían lo mismo. De esta manera era posible poner rápidamente en alerta a toda la costa.
Aquí arriba reina el silencio total. Finalmente, cuando emprendemos el regreso por los estrechos senderos secretos, estamos extasiados. Joshua dice que cuando sea un hombre mayor, volverá para ver lo que haya quedado de nuestra torre.
Información básica: Mallorca
Destino: la isla española de Mallorca es un destino del turismo de masas. Sin embargo, este tipo de turismo se limita mayormente a algunas localidades costeras. Fuera de los centros, la isla ha conservado en gran parte su carácter original y ofrece en algunos lugares un impresionante paisaje montañoso y costero.
Cuándo viajar: la primavera y el otoño son las épocas ideales para caminar en Mallorca. En verano conviene iniciar la caminata temprano por la mañana o al final de la tarde. Con la luz de la tarde, todo se ve más bonito. Solo hay que cuidarse de que no caiga la noche antes de haber regresado.
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