Paraguay no es un destino turístico conocido, sin embargo, sus ruinas arqueológicas, una gigantesca represa hidroeléctrica y cataratas en plena selva, junto a otros muchos atractivos, lo convierten en un destino a descubrir.
Paraguay no es un destino turístico conocido mundialmente, a diferencia de su vecino Brasil, cuyas playas atraen a millones de visitantes. Sin embargo, sus ruinas arqueológicas que figuran en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, una gigantesca represa hidroeléctrica y cataratas en plena selva, junto a otros muchos atractivos, lo convierten en un destino a descubrir.
Un puente angosto cruza de forma nada espectacular el río Paraná. Une la ciudad brasileña de Foz de Iguazú con Ciudad del Este en Paraguay. Es difícil imaginarse que a solo unos cuantos kilómetros el agua del río se junta con la de otras corrientes para formar las impresionantes cataratas del Iguazú, en la frontera de Argentina con Brasil.
Y estas no son el único destino atractivo para los turistas. Unos cuantos kilómetros río arriba se encuentra, en territorio paraguayo, la represa hidroeléctrica de Itaipú (piedra que suena, en guaraní), una de las más grandes del mundo.
Detrás del gigantesco murallón de hormigón, de casi 200 metros de alto y ocho kilómetros de longitud, se estancan las aguas del río para formar un lago de más de 170 kilómetros de extensión. "Merece la pena visitar la gigantesca represa eléctrica", dice Gerhard Franz Beyer. "Es un proyecto común de Brasil y Paraguay y se organizan con regularidad visitas guiadas". Los visitantes también pueden acceder al interior del muro de contención para ver las 20 turbinas por donde cae el agua generando electricidad. Beyer, de 68 años, regenta un hotel en Ciudad del Este y se alegra de la llegada de turistas extranjeros. "En el mapa turístico, Paraguay es desgraciadamente un destino poco conocido", dice Beyer. En efecto, son pocos los turistas que viajan a este país situado en el corazón de América del Sur, rodeado por Brasil, Argentina y Bolivia.
«Somos un país sin mar y sin playas de arena blanca, pero tenemos una naturaleza asombrosamente variada»
A la mañana siguiente comienza el tour en coche de alquiler por el país. La Ruta 6 pasa por un paisaje ligeramente ondulado. A ambos lados de la carretera crece soja, que se cosecha con máquinas agrícolas modernas. En Bellavista ya está esperando Tannia Acosta. Ella guía a los turistas por la fábrica de mate y enseña cómo se tuestan y muelen las hojas y ramas de los arbustos. "El mate es nuestra bebida nacional", dice Tannia, mientras pasa a cada uno un recipiente con una bombilla plateada y le echa agua caliente encima.
A solo pocos kilómetros de Bellavista se encuentran las ruinas jesuíticas de Jesús de Taravanguje y Trinidad de Paraná. Padres jesuitas trabajaron de 1608 a 1767 en Paraguay para evangelizar a los indios guaraníes. Los jesuitas crearon más de 30 misiones con el objetivo de que los guaraníes se asentaran en ellas. En 1767, el rey de España expulsó a los jesuitas por considerar que los religiosos habían logrado demasiada influencia. Lo que ha quedado de la época de las misiones son impresionantes ruinas de las iglesias, fortificaciones y viviendas. Poco más de 200 kilómetros nos separan de Asunción, la capital paraguaya, pero como algunos tramos de la carretera no están asfaltados, el viaje dura más de tres horas. Asunción es una ciudad verde, bañada por el río Paraguay. Muchas de las feas construcciones de antes han sido demolidas para crear un bonito paseo a orillas del río.
Información básica
Cómo llegar: En avión a Asunción. Desde algunos destinos no hay vuelos directos, por lo que es necesario transbordar en Río de Janeiro, Sao Paulo o Buenos Aires.
Clima: Entre tropical y subtropical.
Moneda: un euro equivale a unos 5.785, un dólar a unos 5.103 guaraníes.
Alojamiento: Hay alojamientos en todas las categorías. En el interior del país, los hoteles y pensiones suelen ser sencillos pero limpios.