Imagina, desciende y fascínate
Soy amante de la naturaleza. Cada día me sorprende lo que ofrece: sus elementos, de animados a inanimados, con plumas, con pelo, con hojas? y es que todos parecieran haber sido convocados para un concurso de belleza.
Son tantos seres y tantas formas que ninguna mente podría alcanzar a imaginarlos jamás. Aunque podríamos intentarlo; vamos, imaginemos que estamos en un bosque tropical, enclavado en la Sierra Madre, algo como la huasteca potosina.
Creamos en nuestra mente una atmósfera en la que estamos rodeados por cascadas, ríos y lagos. Caminamos y, de pronto, escuchamos cómo las hojas caídas en la tierra se mueven al correr de algún animal oculto a nuestra vista.
Insectos que se comunican con sus sonidos únicos se encuentran cubriendo la zona, asimismo es posible escuchar aves que cantan, graznan y pían. También percibimos el sonido de las aguas que se mueven, lejanas.
Llegamos a un punto en el que no podemos seguir, nos lo impide una abertura en la tierra, es casi un círculo, lo observamos y calculamos que mide unos 60 metros de diámetro, nos impone, no nos atrevemos a acercarnos.
Despacio vamos hacia él, una vez cerca de la orilla miramos hacia adentro, no vemos nada, es un abismo infinito. Ha comenzado a caer el sol y entonces miles y miles de aves comienzan a teñir el cielo de oscuridad, aletean y se agolpan sobre nosotros en un trinar ensordecedor.
Vienen a su refugio, quieren entrar a este abismo que, entonces nos damos cuenta, no es parte de nuestra fantasía, existe. Es el Sótano de las Golondrinas.
En este lugar no se sabe cuál es el espectáculo que la naturaleza quiere ofrecer, ya que el admirar a miles de aves en su ritual de amanecer y anochecer es abrumador; la cueva más que espectacular es majestuosa e imponente; la vegetación, los ríos y cascadas de los alrededores son de belleza indescriptible, así que imagino que aquí, más que maravillarnos, la naturaleza quiere abrumarnos hasta el éxtasis. Imaginemos que son golondrinas
A pesar de su nombre, en esta depresión kárstica ?formada por la erosión del agua, en una falla impermeable de una planicie de piedra caliza? no habitan golondrinas, sino vencejos, una especie muy parecida al ave que da nombre al lugar. Asimismo es refugio de loros cuyo nombre científico es Aratinga holochlora, mejor conocidos como cotorras de cueva.
Esta caverna es una de las depresiones naturales más grandes del mundo, se localiza en el municipio de Tancahuitz, cerca del pueblo de Aquismón en el estado de San Luis Potosí.
Con sus 512 metros de profundidad, 60 de diámetro, 370 de caída vertical y casi nula visibilidad con luz natural, el Sótano de las Golondrinas atrae a los amantes de la naturaleza, así como a aquellos que practican deportes extremos.@@x@@ De estos últimos, hay los que vienen a imitar a los vencejos practicando salto BASE, yendo al interior de la cueva en caída libre, sin aleteos, sólo dejándose ir.
También hay quienes bajan usando parapente, paracaídas y rapel, esta última técnica es usada por muchos espeleólogos que encuentran en esta cueva un paraíso fascinante.
Bajar se logra en segundos o minutos, según la técnica que elijas; subir, te puede llevar una o varias horas. Debes estar preparado.
Descenso con rapel
Para descender el nido de las golondrinas. Son 400 metros los que aproximadamente mide la cuerda con la que descenderás, y el reto es recuperarla al salir de la cueva. Dar el primer paso no será fácil, estarás frente a un abismo, colgado, solo.
Una vez que desciendas alrededor de 370 metros sentirás que estas pisando un suelo fuera del planeta. El ecosistema te parecerá de otro mundo, con musgos, vapores que, generados por el calor de sol y la humedad de la cueva, le dan un aire místico; y qué decir de los huecos en las gigantescas paredes que no son sino las habitaciones de los dueños del lugar: las aves.
El ascenso es otra historia, es todo un reto mental y físico. La cuerda que te sostiene se mueve porque no eres el único que está asido a ella, una o dos personas más te acompañaran en este reto que está reservado para aventureros verdaderos.
Durante una o varias horas estarás colgado de la cuerda, tomando las paredes como apoyo para subir y subir. Si lo haces durante la noche, en medio de la oscuridad, nunca sabrás cuánto te resta para llegar a ver de nuevo a la superficie.
Cómo llegar
Si se desea hospedaje de hotel, llega primero a Ciudad Valles, donde establecerás tu base. Si se planea acampar, llega directo a Aquismón y sigue los señalamientos.
Para llegar a Ciudad Valles desde el centro del país: tomar la autopista Querétaro-San Luis Potosí, al llegar a SLP toma el anillo periférico y sigue rumbo a Saltillo desviándote en la Maxipista a Río Verde, y de Río Verde toma la carretera Federal 70 hacia Ciudad Valles. Son aproximadamente 110 kilómetros.
Para llegar al Sótano
Al salir de Ciudad Valles toma la carretera 85 hacia el Sur, en el kilómetro 50 está el pueblo de Aquismón, desde ahí se toma un camino de terracería de 12 kilómetros que termina a 300 de distancia del Sótano de las Golondrinas.
Si sales de la Ciudad de México conduce por la carretera a Querétaro, Toma la carretera 57 hasta San Juan del Río, donde darás vuelta a la izquierda por la carretera 120 hasta Aquismón y de ahí la ruta por terracería.
Decálogo verde del deporte de aventura
Apreciar su belleza natural y sus valores arqueológicos y
paleontológicos.
No dejar nada detrás, salvo las huellas de nuestras pisadas.
Usar técnicas de alumbrado respetuosas con el medio.
Mantenerse dentro de los senderos o caminos marcados.
Moverse juntos por la cueva como un equipo capacitado
con conocimientos suficientes.
No dañar el medio natural y minimizar el riesgo de
accidentes en la cueva.
Progresar por la cueva con las técnicas que menos
afecten al medio ambiente subterráneo.
Andar por las superficies más duras, minimizando
así el impacto, incluso cuando estemos en la cueva
para levantar la topografía.
Dejar el menor impacto en el karst y en otros
tipos de terrenos que alberguen cuevas.
Las cuevas y las zonas kársticas pueden mantener
el desarrollo sostenible local.
Convertirnos en educadores y promotores de la
protección y conservación de las cuevas y el karst.