Un mes con los nativos en la selva de Nueva Guinea abre al visitante ojos y corazón
El pueblo de Agats es apenas de los pocos lugares conectados a otros sitio en Nueva Guinea, isla que se encuentra en el Pacífico occidental.
Me encuentro con Kokai, a quien conocí hace 8 meses cuando visité su aldea asmat (etnia) Pirien, en donde no hay electricidad, ni señal de celular. Conversamos en mi mal indonesio al decirme que no tiene dinero para regresar a su casa. Le digo que pagaré el bote de vuelta si me permite vivir en su casa un mes.
Esta vez viajo para estar solo, para dejar atrás lo que conozco y utilizo para definirme, para sumergirme en una aldea, una cultura, sin filtro o porta, para incorporarme a ella. Y por el sólo hecho de ir solo, sin conexiones o alternativas, sé que el acceso a una aldea y cultura inaccesible en la geografía, también es espiritualmente.
Treinta minutos después de que el bote ha partido cercenando mi conexión al mundo, hombres ancianos como Kokai, con barba, cuerpo delgado y musculoso me dan la mano mientras nos sentamos en un círculo en el suelo con las piernas cruzadas. Después de un tiempo, la esposa de Kokai se acerca con dos cuencos y una cuchara, con una mezcla de arroz y fideos, para regresar a la cocina que es un espacio abierto con un fuego ardiendo. El baño se encuentra ahí mismo.
El me dice ?Adik, tu eres mi hermano menor?.
Durante la noche es imposible ver algo más que el cigarillo que encendimos y la cálida luz del fuego; los mosquitos y los murciélagos salen mientras los lagartos golpean los techos. El tiempo pasa lento.
Estar en Pirien es abandonar parte del sentimiento de sí. Es el requisito más básico. Ninguno de los gustos, necesidades y deseos que suelo experimentar cientos de veces cada día tiene un sitio aquí. Tengo que dejarlo ir decir que sí a los gusanos y harinosos rollos de sagú, a los camarones con sabor a amoniaco, al arroz y al fiedo.
Al amanecer temprano, no tengo más remedio que pararme y salgo para encontrar a Kokai fabricando arcos, escudos y remos, enseñándome su pronunciación en su idioma. Poco a poco me acostumbro al estilo de vida.
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