Reyes, actores y estrellas se han subido a una de las montañas rusas más viejas del mundo que se encuentra en Copenhague.
Tras la siguiente curva comienza el hormigueo. Gritos, un leve traqueteo y todo el mundo se vuelve loco de alegría. «Igen, igen», «otra vez, otra vez», afirma un muchacho rubio en danés. Otra vez, otra vez más, es lo que tiene que haber pensado también Nikolaj Tørnstrøm, encargado de echar el freno en la «Rutschebanen», una de las montañas rusas más viejas del mundo, en el parque de atracciones Tivoli en Copenhague.
Tørnstrøm, de 27 años, recorre hasta 150 veces al día a bordo del vagón de madera los más de 625 metros de trayecto. «Era mi sueño desde niño», dice el danés.
Y este año, el trabajo de Tørnstrøm es más gratificante de lo habitual, pues la «Rutschebanen» celebra su primer centenario. El guardafrenos profesional se emociona al hablar del aniversario: «La ‘Rutschebanen’ ha aparecido en tantas películas. Personajes importantes, reyes, actores, estrellas del pop, todos ellos han viajado con nosotros. El ferrocarril forma parte de la historia de Dinamarca«.
La atracción del Tivoli forma parte de Copenhague tanto como la familia real. En 1914 abrió sus puertas por primera vez y desde entonces su historia ha sido muy intensa. Con sus 13 metros de diferencia entre la vía más alta y la más baja, desde su inaguración hace 100 años los trenes pasan por delante de una falsa montaña, acorde al tema del parque de atracciones.
En 1925, el Monte Tivoli de la montaña rusa tuvo que ser derruido por orden del ayuntamiento de Copenhague. Para los responsables de la ciudad era al parecer demasiado tener un paisaje de los Alpes junto a la estación central de ferrocarril, que trae todos los días a Copehague a viajeros de todo el mundo.
Pero el aniversario de este año convirtió de nuevo a la montaña rusa en una de las atracciones más exitosas. La montaña rusa y su decoración han sido remodeladas por completo, de principio a fin. Sus cumbres cubiertas de nieve alcanzan los 26 metros de altura. El recorrido pasa por delante de una vaca de plástico de tamaño natural y la mayor cascada artificial de Dinamarca.
La restauración costó más de cuatro millones y medio de euros que han hecho retroceder 100 años el calendario. Pero la mayoría de fans de la «Rutschebanen» no sólo aprecian el ambiente histórico sino también los sentimientos algo nostálgicos que se experimentan al subir en ella. A diferencia de las montañas rusas modernas, no hay loopings de infarto, ni tampoco hay que pensar en la bolsa para vomitar. No, la «Rutschebanen» es la felicidad pura, una diversión agradable que remonta a uno a la infancia en la guardería y los primeros años de escuela.
Pero ahora, uno puede dar todavía una vuelta más sin tener que preguntar a mamá. Tørnstrøm hace señales con la mano. En el caso de que haya varios vagones en el trayecto, los guardafrenos tienen que coordinarse para que no haya ningún choque. La velocidad se reduce a un máximo de 58 kilómetros por hora. Si ese día llueve, no se trabaja. La seguridad es lo primero.
«Según sea mi estado de ánimo, unos días voy más rápido y otros más despacio, pero naturalmente sin que nunca nos ponganos en peligro», afirma Nikolaj Tørnstrøm. Si algún día va más rápido que sus colegas, pueden llegar a formarse filas para esperarlo. «Sobre todo los chicos esperan a menudo al guardafrenos correcto para así tener un viaje más rápido»
Información básica
La temporada de verano del parque de atracciones de Copenhague va hasta el 21 de septiembre. Los adultos y niños a partir de ocho años pagan 99 coronas de entrada (13.30 euros). Subir a las atracciones tiene un costo adicional.