Bellas montañas, gorilas en peligro, la memoria del genocidio y la constancia de que podemos ser brutales.
Las bolsas de plástico (las cuales están prohibidas por su carácter contaminante) no son el único aspecto que hace a Ruanda diferente de cualquiera de sus naciones vecinas: también se ve sumamente limpia; sus calles están bien pavimentadas y uno puede caminar por ellas en la oscuridad de la noche sin temer un asalto. Es una proeza que este minúsculo país de 26 mil kilómetros cuadrados luzca poco afectado por la destrucción ecológica.
Los ruandeses son más reservados y menos fiesteros que los otros pueblos de la zona. Quizás sea consecuencia del genocidio de 1994, cuando una locura se apoderó de los hutus -que conforman 85 por ciento de la población- y lanzaron una persecución contra la minoría tutsi, lo que acabó con la vida de 800 mil personas en sólo cien días.
Casi desde que el Frente Patriótico Ruandés de Paul Kagame venció a los genocidas, la consigna ha sido insistir en que todos forman parte de un solo pueblo.El modelo tiene defectos; y hay signos de autoritarismo en el gobierno del señor Kagame, quien no ha soltado la presidencia en 16 años. En contrapartida, hay progreso.
Los ruandeses aseguran que convertirán a su país en la Suiza de África y hacen lo posible por atraer inversionistas. Así como por convencer a los turistas de que vale la pena visitar Ruanda. No sólo se trata de un lugar seguro, sino muy bello: el otro nombre de Ruanda es tierra de las mil colinas, porque todo son montañas de tierra roja, sembradíos verdes y hermosas casitas en los estrechos valles neblinosos y en las brillantes cumbres.
Lo mejor son sus parques nacionales. En particular la región de los volcanes Virunga, que comparte con el Congo y es hogar de la última población de gorilas de montaña, animales mansos en peligro de extinción.
El otro gran atractivo para algunos es la huella del genocidio: los ruandeses han preservado los sitios donde ocurrieron las matanzas y han construido mausoleos para guardar la memoria de lo que el ser humano es capaz de hacer y evitar que se repita. Uno mira todo con horror y admiración, hubo gente que arriesgó -y muchas veces perdió- la vida por salvar a otros.