Monsanto, en el centro de Portugal, parece haber sido aplastado por enormes rocas.
Estrechas calles con muros de piedra y granito conducen hacia las casas de Monsanto, un curioso pueblo de Portugal cuya apariencia no ha cambiado desde tiempos medievales. Su peculiaridad lo hizo merecedor en 1938 del título de la aldea más portuguesa de Portugal.
El país fue de los pocos sitios de Europa donde los Caballeros de la Orden del Temple lograron ponerse a salvo de sus perseguidores. Llegaron camuflados como la Orden de los Caballeros de Cristo y a su paso dejaron edificaciones, castillos y fortalezas por todo el país. En el siglo XIV el Papa Clemente V se encargó de disolver dicha orden.
En Monsanto los templarios construyeron en el siglo XII, en lo alto de una empinada montaña, un castillo que hoy representa el símbolo del poder alcanzado por su Orden. La fortaleza jamás fue conquistada y está repleta de símbolos -se aprecian doce relieves inscritos en unas piedras situadas hacia el poniente, y se cree que tienen relación con los signos zodiacales-. Hoy es posible visitar el castillo y desde él contemplar las vistas hacia la Sierra de la Estrella o el Valle del Tajo.
Cada año, a principios de mayo, Monsanto realiza un festejo con tambores y antiguas costumbres romanas. Una multitudinaria procesión asciende hacia el Castillo de la aldea recreando la vida de los templarios de hace cientos de años.
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