Perezosos, carpinchos y mapaches. Conoce las bellezas escondidas en el Parque Nacional Manuel Antonio.
Saliendo de San José tomamos «La Costanera» y manejamos algunas horas por el Pacífico.
Tres horas después llegamos a Quepos, un pueblo continuo al Parque Nacional Manuel Antonio donde todo es considerablemente más barato. Aquí encontramos un pequeño hotel donde dejar el equipaje antes de tomar ruta los 15 minutos al Parque.
En este santuario natural se encuentran tres playas vírgenes, cada una separada por una bahía y por un tupido bosque tropical donde se puede encontrar una grandiosa variedad de flora y fauna. Decidimos no tomar el tour de avistamiento y en vez probar nuestra propia suerte con la búsqueda de animales.
Durante la caminata nos rodearon los sonidos de la selva; una impresionante orquesta de aves, insectos y otros animales. Aún así, nuestra fortuna en localizar el origen de esos ruidos fue en vano, por lo cual decidimos asentarnos en una playa cercana.
En nuestra caminata de regreso, ¡o sorpresa! nos encontramos un carpincho cruzando el camino y un perezoso trepando lo alto de un árbol con toda la calma del mundo. De ahí en adelante, lo único que paso a visitar fue una banda de mapaches sumamente interesados en nuestros cascos y en mi cartera.
De ahí todo tomo un tono tranquilo. Tomamos un chapuzón en una de las magnificas playas del sitio y compartimos historias con los 10 visitantes que, como nosotros, se sentían igual de afortunados de estar ahí.