Las sadhus son seres a los que se les atribuyen poderes sobrenaturales.
La idea general de Nepal está íntimamente relacionada con el Himalaya y los picos más altos del mundo; sin embargo, este país asiático es, ante todo, espiritual. Hasta hace poco, el hinduismo era la religión oficial, aun cuando el budismo ha predominado desde la antigüedad.
Al recorrer Katmandú, su capital, una visita obligada es el templo Pashupatinath, el más sagrado e importante entre los dedicados al dios Shiva y al que solo los hindúes tienen acceso.
Ahí, afuera del templo, se encontraban dos sadhus, hombres sagrados que viven en completa austeridad, meditan y se purifican en las aguas del río Bagmati. Son personas respetadas y admiradas por todos; cubren su cabello (el cual nunca se cortan) con un turbante y pintan su rostro con cúrcuma amarilla y roja, colores que representan prosperidad y buena suerte; también portan un rosario en el cuello hecho con 108 semillas sagradas, así como una mascada con mantras en sánscrito, todo de los mismos colores. Se les atribuyen poderes sobrenaturales y lo demuestran al dormir en camas con clavos o caminar sobre brasas ardientes.
Me senté junto a ellos por un momento. Aunque por la diferencia de idiomas no nos podíamos comunicar con palabras, el tiempo transcurrió entre señas, miradas y sonrisas. Fueron momentos agradables y de gran espiritualidad por la paz que transmitían.
Me senté junto a ellos por un momento. Aunque por la diferencia de idiomas no nos podíamos comunicar con palabras, el tiempo transcurrió entre señas, miradas y sonrisas. Fueron momentos agradables y de gran espiritualidad por la paz que transmitían.
Me despedí de los sadhus y seguí mi camino con paz y tranquilidad al interior. Namasté.
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