Así son las vistas de postal de la costa argentina patagónica.
El litoral marítimo del extremo sur argentino es una sucesión de postales tan maravillosas como hipnóticas. Muchas apenas exploradas, se suceden a lo largo de estas costas que recorren la frontera oceánica de la región patagónica.
Recorrer este litoral en su totalidad es fascinante y fatigoso. De norte a sur, hay más de cuatro mil kilómetros de costas que en muchos rincones resultan casi inaccesibles, tanto por tierra como por mar. Las costas patagónicas nacen en la desembocadura del río Colorado, cuyas aguas corren desde las cordilleras y marcan la frontera septentrional de la Patagonia.
A unos 200 kilómetros al sur está Punta Bermeja, un accidente geográfico con un muy largo frente costero que se interna más de 500 metros en el mar. Aquí está una de las mayores colonias de lobos marinos de un pelo del litoral sudamericano, cuya población supera los cinco mil ejemplares.
La costa de la provincia de Río Negro está bañada por las aguas del Golfo San Matías, cuyo límite austral está dado por la Península Valdés. Ubicada ya en territorio de la provincia de Chubut y declarada Patrimonio de la Humanidad, esta península es el principal destino de avistamiento de ballenas francas australes de todo el mundo.
Unos 200 kilómetros al sur de Valdés está Punta Tombo, la principal reserva continental de pinguinos magallánicos. Desde finales de septiembre hasta el comienzo de marzo, vastas zonas de Punta Tombo se encuentran literalmente invadidas por cuevas de poca profundidad donde las aves ponen sus huevos y crían a sus pichones.
No muy lejos de Punta Tombo comienza el Golfo de San Jorge, en cuyas orillas está Bahía Bustamante. El pueblo ofrece cabañas para alojar a turistas y viajeros. Sin dudas, y más allá de su historia y las leyendas, el plato fuerte lo constituye el viaje en lancha por las aguas de la caleta Malaspina, situada al sur de la bahía, tras una península llamada Gravina. Este viaje permite explorar varias colonias de cormoranes, lobos marinos y pinguinos de Magallanes.
Más al sur, dejando atrás Bahía Bustamante y aún orillando el Golfo San Jorge, está Comodoro Rivadavia, una de las ciudades más importantes del sur argentino. Las vistas de la ciudad y la costa atlántica desde lo alto del cerro Chenque, el Parque Eólico Antonio Morán del cerro Arenales y la cercana villa balnearia de Rada Tilly constituyen tres paseos obligados a la hora de recorrer Comodoro.
Luego de Comodoro Rivadavia, el mar empieza a orillar las costas de la provincia de Santa Cruz. El litoral patagónico atraviesa la ciudad de Caleta Olivia y llega hasta Puerto Deseado, un santuario natural con cientos de especies de aves y animales marinos. Desde Puerto Deseado existen servicios de excelente nivel para internarse tanto en las aguas de la ría como, también, para aventurarse hacia el mar mismo, navegando hasta la increíble isla Pinguino.
La costa más austral de la provincia de Santa Cruz es la puerta de entrada al Fin del Mundo. Luego de Puerto Deseado se suceden pueblos muy pequeños y litorales desolados, repletos de acantilados donde las olas se estrellan. Río Gallegos, la capital de Santa Cruz, es la única ciudad de envergadura en la región y el último asentamiento urbano antes del desapacible Cabo Vírgenes.
Al cruzar las aguas del Estrecho de Magallanes, se llega hasta las costas de la Isla Grande de Tierra del Fuego, la mayor de este archipiélago, cuyo territorio es compartido por partes casi iguales entre Argentina y Chile. Sobre estas costas de playas vírgenes es posible encontrar vestigios de navíos naufragados, cascos semihundidos en las arenas que se levantan como presencias fantasmales en medio de un paisaje en el que la vista se pierde de forma irremediable.