Para despedirnos del desierto peruano decidimos visitar las famosas lineas de Nasca, antiguos geoglifos en medio de la nada.
Antes de despedirnos del desierto peruano decidimos visitar las famosas lineas de Nasca, antiguos geoglifos en medio de la nada. Prácticamente imperceptibles desde el nivel del suelo, es posible subir a una plataforma para ver dos de ellas: la mano y el árbol.
Poco después de Nasca, hay una intersección desde la cual se puede tomar una carretera que cruza el país perpendicularmente y sube estrepitosamente desde nivel de mar hasta la cordillera de los Andes. En este aislado lugar viven pocas personas, separadas a kilómetros de distancia entre poblado y poblado. Aquí también habitan las vicuñas salvajes, parientes de las llamas -pero de estatura mucho más baja-, famosas por producir la lana más fina del mundo.
La pampa llega al final por un valle escarpado que sigue el curso de un río, para después ascender por los Andes hasta llegar a la milenaria ciudad de Cuzco. En cada calle se puede sentir la historia, desde tiempos de los incas con ruinas escondidas y piedras gigantes, pasando por la colonia y sus edificios eclesiásticos hasta la modernidad. Esta ciudad es concurrida por ser la puerta hacia el mundo inca y destino desde donde parte el tren a Machu Picchu.
De igual manera, aquí iniciaríamos esta legendaria travesía, pero en moto…