Únete a una de las celebraciones más importantes de Brasil: El lavado de las escaleras de BonFim.
Ya casi finalizando mis vacaciones en mi adorada tierra bahiana, llega el 17 de enero y con él la procesión de la antiquísima iglesia Do BonFim. A este día se le conoce como A Lavagem do BonFim: el lavado simbólico de las escaleras y uno de los eventos anuales más importantes del Salvador de Bahía.
Para ser franca, a pesar de haber vivido varios años en Brasil, nunca había participado en esta celebración. Surgieron miles de preguntas antes del gran evento y acudimos a Henrique, bahiano y gran conocedor de la cultura de su tierra para que saciará todas mis curiosidades.
La tradición comenzó durante la terrible época de la esclavitud, cuando los esclavos eran obligados a lavar los peldaños de la Iglesia do BonFim. Desde 1804 son las Baianas las encargadas de hacerlo cada año, convirtiendo este día en un desfile alegre y en paz. Algo que resulta maravilloso es que, si bien esta fiesta es de origen afro-brasilero, en ella se unen todas las creencias, cultos y religiones.
Nos reunimos junto a la multitud, en su mayoría vistiendo ropas blancas (simbolizando a Oxalá) y azul claro (en honor a la Reina del Mar, Iemanjá) a las 8 de la mañana. Partimos desde la Iglesia de Nossa Senhora da Conceição da Praia, rodeados de las queridas Baianas, vestidas con sus trajes blancos plagados de encajes delicados y encantadores, cargadas con flores y grandes jarrones con agua perfumada con lavanda.
La caminata comenzó y el entusiasmo de los afortunados habitantes de este paraíso terrenal hizo el calor agobiante más llevadero. Turistas de todo el mundo, flores, collares, música y tambores. Cerveza, mucha agua, sombreros de todo tipo. Una fiesta maravillosa con olor a lavanda y aceite de dendê.
Son 8 km de animado trayecto. Este jueves mágico todos los caminos de Salvador se dirigen a la Colina Sagrada que sube hasta lo alto de BonFim. Pareciendo una gigantesca sábana blanca con detalles coloridos, adornados con cintas do BonFim, coloridas pulseras de colores que simbolizan a los Orixás.
Alrededor del medio-día llegamos finalmente a la Basílica y pudimos presenciar a las casi 200 baianas vaciando sus jarrones sobre las escaleras y el atrio de la iglesia. Se escuchan cantos africanos, pues es una ceremonia afro-religiosa, instrumentos de percusión, todos bailan y festejan homenajeando a Nosso Senhor do BonFim da Bahia.
Tuve la oportunidad de recibir A Bênção das Baianas, ser bendecida por una de las fuertes mujeres que encabezan el cortejo. Ella me habló al oído y me perfumó con lavanda. Terminada la parte religiosa, cansados y con un apetito voraz, no hubo mejor destino que Pedra Furada, ubicada en una cuesta empinada. Esta es una zona plagada de bares y restaurantes con las mejores vistas de la ciudad, y también con los mejores mariscos. Pedimos platos típicos como moqueca de camarão, vatapá, caruru y acarajés. Terminamos la jornada brindando con deliciosas caipiroskas de kiwi y morango (fresa)