Bonita ciudad del Atlántico francés, ideal para amantes de la vela, de comer y de beber.
La Rochelle está situada junto al Atlántico. Tan solo por esta razón, esta ciudad francesa es un buen destino para los aficionados a la vela. Para los que están interesados en la cultura hay varios museos y para las familias un acuario singular. Y si a ti te gusta comer y beber, no necesitas buscar mucho tiempo.
A las siete de la mañana, todo está aún muy tranquilo. Al menos en la Quai Valin. Los cafés y los bares que por la noche estaban tan llenos que incluso era difícil avanzar en la acera frente a ellos, ahora están vacíos, al igual que los restaurantes en la zona portuaria Vieux Port. La bandera tricolor sobre la torre Saint Nicholas está floja. La ciudad puede ser muy silenciosaa esta hora.
La Rochelle siempre ha sido diferente. Testaruda, segura de sí misma, rebelde, dicen los rochelais, tal como se llaman sus habitantes. Ya en la Edad Media, cuando la ciudad se hizo rica con el comercio de sal y vino, los habitantes de La Rochelle no aceptaban órdenes de nadie y mucho menos del rey de Francia. En casos de duda, ellos preferían pertenecer a Inglaterra.
Hoy, La Rochelle simboliza la levedad del ser. En la ciudad, de unos 76,000 habitantes, hay más de 12,500 estudiantes y esto se nota se forma impresionante: todos los días hay mucho movimiento aquí.
Sin embargo, La Rochelle es también la ciudad de los aficionados a la vela: con 4,700 atracaderos, el puerto náutico es uno de los más grandes del mundo.Una y otra vez, La Rochelle le recuerda al turista que es una ciudad situada junto a mar, también porque alberga uno de los acuarios más grandes y más populares de Francia.
Allí se pueden ver unos 12,000 animales marinos. En un túnel de cristal, las medusas nadan por todas partes sobre y junto al visitante. También se pueden observar siluros y raños. A través de grandes ojos de buey se ve el mundo subacuático detrás de la pared de la piscina y cuando uno camina debajo de la piscina pasan sobre la cabeza bancos enteros de peces. Cierta sensación de miedo es inevitable cuando de repente se acerca a la pared un tiburón toro con sus tres filas de dientes filosos.
En el mercado de La Rochelle, la actividad es constante. Ya delante del lugar hay puestos con tomates tan grandes como un puño, montañas de uvas, ciruelas amarillas, higos, melocotones y aguacates. Melones del vecino departamento de Vendée, rebozuelos, alubias, patatas y saucisson d’Auvergne, una especialidad de salchicha.
Quien entre en el mercado se encuentra ante una oferta aún mucho mayor. Aquí se dan cita los pescaderos de La Rochelle. Decenas de dorados yacen ordenados sobre el hielo, junto a atunes, rodaballos y sardinas. Hay langostas y mejillones por cuatro euros el kilo.
A una distancia de cinco minutos del mercado, en la Rue des Dames, se encuentra desde hace unos tres años un museo singular. "Le Bunker" dice el letrero sobre la entrada. Al lado, en otro letrero, hay un gato negro que se encorva. ¿Qué significa? "El gato fue el emblema de la Tercera Flota Submarina que estuvo estacionada en la Rochelle durante la Segunda Guerra Mundial", dice el director del museo, Hervé Sinquin. Y el búnker se construyó para oficiales alemanes. Se pueden ver ahí varias fotos históricas, por ejemplo del bombardeo de la base de submarinos.
Todos los turistas llegan en algún momento al Puerto Viejo, el emblema de la ciudad. El puerto ya fue construido en el siglo XIII. Es imposible no dar con él porque las tres torres que se encuentran allí se pueden ver muy bien desde lejos. Especialmente la más alta de ellas, la de Saint Nicolas, situada directamente en la entrada. Sin duda, vale la pena visitar esta torre.
Durante las visitas, el guía a veces cambia de ropa y, vestido con un pantalón tres cuartos, un chaleco multicolor y un sombrero negro con plumas amarillas, señala los lugares donde estaban apostados los guardias y los agujeros a través de los cuales los habitantes podían lanzar piedras contra los asaltantes. En la planta superior hay una salida al aire libre. Desde allí hay una fantástica vista panorámica del puerto y de los tejados del centro histórico de la ciudad.
Mientras tanto, el bullicio ha vuelto a la Quai Valin y a las calles aledañas en el barrio de Saint Nicolas. Hay muchos pequeños restaurantes acogedores, casi siempre con mesas y sillas frente a la puerta. Como raras veces hace frío por la noche, pese a la cercanía al Atlántico, el turista puede sentarse afuera para comer y disfrutar de forma relajada de la vista de los mástiles sobre el Vieux Port. La Rochelle difícilmente puede ser más bonita.
Información básica
Destino: La Rochelle está situada en el departamento de Charente-Maritime, en la costa atlántica.
Cómo llegar: En avión a París y desde allí en coche de alquiler. La distancia desde la capital francesa es de unos 470 kilómetros. El aeropuerto grande más cercano es Nantes Atlantique. La distancia entre Nantes y La Rochelle es de poco menos de 150 kilómetros. El viaje en tren desde París dura unas tres horas.
Cuándo viajar: Durante las vacaciones escolares en Francia, La Rochelle muchas veces está llena de gente porque muchos franceses pasan sus vacaciones en la costa atlántica. Por eso, es mejor visitar la ciudad en primavera, a principios del verano o después de agosto.
Informaciones: Office du Tourisme de La Rochelle, 2 Quai Georges Simenon, 17 000 La Rochelle (www.tourismus-larochelle.com).