Bangkok se distingue por su constante dualidad.
A unos poco kilómetros de impresionantes parajes naturales se encuentra Bangkok, una monstruosa metrópolis que extiende sus tentáculos de asfalto más allá de los límites que alcanza la mirada.
Cuando pienso en Bangkok caigo en cuenta de que mi idea de esta ciudad es muy diferente a la de los demás, y de que cada habitantes tiene de ella una impresión diferente a la del prójimo.
La variedad gastronómica, cultural y geográfica y la oferta de ocio es tan amplia como variopinta, por lo cual corresponde a uno mismo elegir su papel en este microuniverso.
Yo escojo huir siempre que puedo del ruido y la entropía y poner destino a Bang Krachao, el ?Pulmón Verde?, un imponente oasis de selva tropical al otro lado del Chao Praya, principal río de la ciudad, y cuya orilla fue testigo de su nacimiento. Allí consigo perderme sin dificultad con la bici y disfrutar de la brisa y el silencio. Cuando la pereza es mayor que el sofoco, me decanto por el barrio más cercano de Khaosan Rd, que pese a ser el bastión mochilero y lugar favorito de juerga nocturna para turistas y locales por igual, ofrece numerosas terrazas alejadas del tráfico donde se suelen comer los famosos fideos ‘pad thai’ en la calle, y refrescarse con un delicioso batido de mango por menos de un euro.
Encuentra más detalles en la edición de mayo de la revista National Geographic Traveler.
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