En las cercanías de Noboribetsu, un paraje sulfuroso da hogar a macacos y turistas que buscan Jigokudani: el Valle del Infierno.
Casi sobrevolando la mítica ciudad de Noboribetsu Onsen, se extienden una serie de respiraderos de agua hirviendo, arroyos sulfurosos y actividad volcánica. Jigokudani, mejor conocido como el «Valle del Infierno«, es un sitio natural en el que se han alzado las principales aguas termales de Japón.
Los senderos boscosos que serpentean en las faldas de las montañas son accesibles por Ferry, que atraviesa un lago en un trayecto de 20 a 30 minutos. Las colinas de Noboribetsu llevan a Oyunuma, en la que un estanque sulfuroso recibe a los visitantes con temperaturas superiores a 50ºC.
Un río ardiente dentro de un bosque helado
Además de los lodazales cálidos que circundan la zona, Jigokudani es reconocido por los ríos ardientes que recorren sus áreas boscosas. Incluso en las épocas de fríos más crudos en el año, el río Oyunumagawa conserva su calidez. Los turistas pueden seguir el trayecto del agua por un buen trecho, adentrándose en los claros del bosque durante los meses de primavera.
Además, es posible seguir la antigua tradición japonesa del ashiyu: una práctica meditativa de inmersión a la naturaleza en la que la persona mete los pies a las aguas calientes del río en movimiento. Esta experiencia es completamente gratuita, ya que conserva un halo sagrado en la tradición oral de la región.
Para añadir un elemento a la experiencia sensorial, se recomienda ampliamente visitar el Valle del Infierno a mediados de octubre, ya que el bosque se en el esplendor de sus tonalidades otoñales. Es en esta época del año que ya se perciben temperaturas bajas, pero no insoportables: los senderos boscosos aún son transitables a pie, a diferencia de los meses de invierno.
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Macacos, cerveza y erizos de mar
Además del cráter que generó las aguas cálidas de la zona, los pozos de lava y las calderas sulfurosas, la isla del Valle del Infierno es conocida en todo el país por ser hogar de múltiples macacos de nieve, que se sumergen en las aguas termales de la zona. Esto es así porque Jigokudani es un parque nacional protegido en el que estos simios pueden vivir en libertad.
En la parte más urbanizada, los visitantes pueden disfrutar de la cerveza típica de la región, así como diversos platillos de la tradición culinaria japonesa. Entre ellos, es célebre la preparación de erizos de mar con la técnica ubico uni. Además de los baños termales naturales, existe la opción de meditar sobre la nieve durante los últimos meses del año, mientras las nevadas recubren los árboles bonsai.
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