BLOG (Luis Ernesto Nava)
Hace unos días estuve en la sierra Gorda de Querétaro y si bien es cierto que las opciones de ecoturismo florecen, que se han hecho esfuerzos por acercar agua potable a los pobladores y que se hacen inversiones en asistencia social, también es cierto que es una de las zonas del país que más migrantes expulsan, que el narcotráfico es omnipresente y una opción real de empleo, que dichos programas no llegan a todos, que los niveles de pobreza afuera de las zonas turísticas son insultantes y que para ser una reserva de la biosfera hay actividad minera, agrícola y ganadera que, dudo mucho, se apegue a normas sustentables.
Todas estas realidades conviven y pugnan en una región donde lo único que juega a favor de la conservación es su intrincada orografía. Ahora, pronunciarme aquí sin un exhaustivo conocimiento de causa serviría para no llegar a ningún lado y que las acusaciones de uno y otro lado volaran. Lo que quizá valga preguntarse es si, más allá de lo que los gobernantes creen que hacen y los industriales dicen que hacen, los habitantes tienen opciones suficientes para no depredar o permitir que depreden lo que a nosotros nos parece fácil conservar desde la comodidad de nuestros escritorios y conciencias?