Este año, Les Rencontres de Arles, gira en torno a México. Juan Manuel Gómez, enviado, nos cuenta los detalles.
Las exhibiciones más importantes de Les Rencontres de Arles, el festival de fotografía más importante de Europa, giran este año en torno a México. Desde la catalogación y crónica del expediente de la llamada «maleta mexicana» de Robert Capa; la retrospectiva de Graciela Iturbide y las exposiciones de algunos jóvenes talentos nacionales (como Daniela Rossell, Dulce Pinzón, Maya Goded, Iñaki Bonillas y Fernando Montiel Klint), hasta muestras documentales como la de Enrique Metinides, fotoreportero de nota roja en los años 50 del siglo XX; la recopilación de más de un centenar de imágenes vintage de la Revolución Mexicana organizada por Miguel Ángel Berumen, y la instalación cinematográfica sobre la obra de Gabriel Figueroa. Las dos últimas realizadas por Fundación Televisa, quien gracias a su patrocinio de Les Rencontres de Arles logró salvar esta iniciativa del fallido Año de México en Francia.
Vale la pena detenerse en la exposición de Gabriel Figueroa tal como parecen detenerse las imágenes cinematográficas que muestra (por un largo instante). No hay nada más simple, consta de 10 pantallas reproduciendo «los momentos» en loop de películas clásicas de la Época de Oro del cine mexicano. De hecho transportarla es baratísimo: consta de 10 dvd?s. Lo complicado fue hacer la selección de las imágenes. Eso llevo seis meses a un equipo dedicado a ello. Cuando la gente ingresa a la penumbra del ambiente sacro de la iglesia gótica de Fréres Précheurs y se enfrenta con los ojos de María Félix en Enamorada, la desesperación de María Candelaria, la imagen hipnotizante de Pedro Armendáriz o a Héctor Lechuga disfrazado de fauno en México 2000, se queda, simplemente, muda. Nunca tuvo esta dimensión la exposición de Gabriel Figueroa en sus presentaciones mexicanas. En este sitio, como bien señala Alfonso Morales, el curador, «el cine recupera su sacralidad», y luce con toda su fuerza esa doble ecuación que marcó a Figueroa como un gran maestro: la monumentalidad y el estatismo (o, para decirlo mejor, la respiración) de la foto fija que parece detenerse mientras el cine sigue su curso. «Estas imágenes -dice Alfonso Morales- te ven».
También la otra propuesta de Fundación Televisa tiene cosas nuevas por decir, ésta con respecto a la Revolución Mexicana. Miguel Ángel Berumen, el curador, ha organizado desde México los pormenores de este montaje que replica los conceptos y la intención del libro editado recientemente, pero con un 90 por ciento de fotografías nuevas. «Decir eso es muy peligroso. Hay que ser conservadores. Muchas veces uno se refiere a una fotografía como inédita, y cuatro años después de aseverar eso, encuentra que se publicó en un libro raro de los años cuarenta». Y si se habla de fotografías vintage, que son las que integran prácticamente la totalidad de esta muestra, la idea precisamente es la contraria: son impresiones originales, de época, la mayoría de ellas, aunque hay algunas, como es el caso de las que documentan la rebelión delahuertista, que «los historiadores identifican como el final de la Revolución», propiedad de Fundación Televisa, y que son impresiones contemporáneas a partir de negativos originales. En todo caso, estas fotos no se encuentran en el libro del que partió el proyecto original y muchas de ellas son muy raras.
Con respecto al valor de una fotografía vintage, Berumen comenta: «Si es una foto muy conocida y en los archivos públicos no hay una copia, y éste es el único referente que hay, entonces se convierte en una pieza muy valiosa. O puede ser que se trate de una pieza que no esté publicada. El caso de esta foto -dice señalando una imagen icónica de Emiliano Zapata-, por ejemplo, yo la he visto publicada, pero no me la he encontrado en archivos públicos. Esta otra -afirma mientras señala otra foto de extraordinaria nitidez que muestra a Emiliano Zapata de pie con el sombrero en la mano, de la colección de Gabriel Flores- es prácticamente inédita».