75 años de los conciertos de año nuevo en Viena
Los propios músicos de la Filarmónica de Viena se tomaron un tanto en broma su primer concierto de Año Nuevo. Pero el evento de una de las orquestas más famosas del mundo llega este año a las 75 ediciones convertido en una tradición musical infaltable cada 1 de enero en millones de hogares que lo siguen por televisión.
Con un programa centrado en piezas ligeras de la dinastía de músicos austríacos Strauss, su estilo festivo pasó de despertar dudas estéticas y morales al estrenarse en 1941 -con la Segunda Guerra Mundial regando sangre en toda Europa- a adoptar hoy un mensaje universal que va más allá de la música.
"Hace tiempo que este concierto se convirtió con el correr de los años en un mensaje de paz y entendimiento entre los pueblos", explicó a la agencia dpa el director letón Maris Jansons, que a sus 72 años aceptó por tercera vez ponerse al frente de la orquesta el 1 de enero después de estrenarse en 2006 y repetir en 2012.
En particular los orígenes del concierto son polémicos. La primera versión, celebrada con el título "Concierto Johann Strauss de la Academia Filarmónica", encajó bien con los intereses de los nazis y su propaganda. La radio del régimen lo transmitió el 1 de enero de 1941 desde Viena al frente de combate.
Hoy el concierto de Año Nuevo se transmite en más de 90 países a unos 50 millones de telespectadores. Quien quiera asistir en persona a la Sala Dorada de la Musikverein de Austria en Viena necesita algo más que voluntad y dinero: debido a la enorme demanda, las entradas se sortean.
El programa suele incluir valses y polcas del siglo XIX provenientes del repertorio de los Strauss, sobre todo Johann (padre) y Johann (hijo), pero también Josef y Eduard, miembros de la misma dinastía. Regularmente se incluyen piezas de otros compositores: en sus 75 años de historia se interpretaron unas 320 obras diferentes.
Ese repertorio de la primera etapa del concierto generó polémicas incluso dentro de la orquesta debido a su carácter ligero y entretenido. Muchos de los músicos habituados a profundizar en Beethoven, Brahms o Mahler se opusieron a esa "música bailable", como atestiguan las actas de antiguas reuniones de la orquesta.
Jansons admite que no se puede comparar esa música con una sinfonía de Mahler o de Brahms. "Pero eso no implica menospreciarla automáticamente", añade el director. Las obras de un Johann Strauss tampoco son sencillas: "Uno debe dirigirlas como un concierto normal, no como música de acompañamiento para bailar".
También para Zubin Mehta, otro director estrella encargado del evento en cinco ocasiones, el concierto de Año Nuevo con su "desorden disciplinado" encaja bien en el repertorio de la Filarmónica de Viena.
Ya nadie discute el prestigio del concierto, como demuestra la lista de batutas que aceptaron el reto de dirigirlo en estos 75 años: de Claudio Abbado a Daniel Barenboim, de Nikolaus Harnoncourt a Herbert von Karajan, pasando por Carlos Kleiber y Riccardo Muti, entre otras grandes estrellas.
"Es un modo de reverenciar a directores especiales con los que la Filarmónica de Viena mantiene una relación estrecha, casi familiar", señala el jefe actual de la orquesta, Andreas Großbauer. "El honor es mutuo, tanto para los músicos como para los directores".
El Concierto de Año Nuevo es un compromiso fijo en el calendario de los "Philharmoniker", que ofrecen cada año más de 100 actuaciones. Großbauer está convencido: "Es algo más que un concierto. Es un mensaje de paz a los espectadores, un modo de mostrar que se puede hacer música en una sala y tocar el corazón de millones de personas".