La costa uruguaya ofrece suficientes razones para viajar.
Bed and Breakfast
El campo uruguayo que bordea el litoral Atlántico es de un verde ondulante que deja ver a cada rato una laguna azulosa y serena.
En el departamento de Maldonado, de 4793 kilómetros cuadrados, hay más de diez. Las últimas tres antes de seguir camino a Rocha, el departamento siguiente, son la de José Ignacio, que da nombre también a uno de los balnearios más exclusivos de Uruguay, laguna Garzón y laguna Anastasio, más pequeña.
En el kilómetro 160 de la carretera 10, está el ingreso al pueblo de José Ignacio que vale la pena conocer, recorrer sus playas amplias, su faro que surge entre las rocas, comer algo rico en La Huella, tradicional restaurante sobre el mar y, de casualidad, ver pasar alguna celebridad internacional como la cantante colombiana Shakira.
En dirección opuesta al pueblo, nace el camino de tierra Saiz Martínez. Pasando justamente la chacra de Shakira, 14 kilómetros tierra adentro, está Estancia Vik que, junto con Posada Anastasio, conjugan la vida de playa con la tranquilidad que sólo ofrece el campo.
Allí el tiempo no corre por lo que canta el reloj, sino por el alba, el sol implacable de mediodía que impone una siesta y por el centenar de aves que vuelven a sus nidos cuando cae el día. No hay coches ni publicidad y sí un cielo infinitamente estrellado y un silencio apenas interrumpido por el concierto que ofrece la naturaleza: la brisa entre los eucaliptos, los grillos, los pájaros y el rugir del mar a lo lejos.
Estancia Vik (www.estanciavik.com) fue el sueño personal de Alexander Vik, un noruego hijo de madre uruguaya que hace unos años vino a conocer Uruguay y quedó fascinado. Compró 1500 hectáreas con¡ lomadas, arroyo y laguna, construyó caminos y un importante casco de estancia en lo más alto del terreno, en un estilo que evoca la arquitectura colonial española.
El campo, el arroyo y la laguna son protagonistas ineludibles que se meten por cada ventanal y cada galería de la estancia. El plan aquí, sobre todo para el recién llegado que todavía carga con la inercia urbana, es sentarse a contemplar el espectáculo que dan cielo y tierra: nubes que se cambian de color según el momento del día y se reflejan sobre los espejos de agua.
La ambientación en Vik es muy particular ya que el noruego convocó a artistas plásticos uruguayos para que decoraran cada una de las 12 habitaciones y espacios comunes. El edificio está regido por la simetría: el punto central en medio del living es una obra de mármol de Carrara de Pablo Atchugarry de varios metros de altura, donde geodas cuelgan de sus paredes y el cielorraso evoca los frescos renacentistas.
Las habitaciones son lujosas: las ocho suites tienen 50 metros y las master del primer piso ochenta y una terraza. Para el día y la noche hay una piscina exterior climatizada de granito de veinte metros de largo que se ilumina por la noche con luces que asemejan las estrellas. Otras actividades son anotarse en una cabalgata, intentar jugar al polo y bajar el arroyo en kayak o canoa. Por la noche suelen servir un típico asado campero en la «matera», que recrea el lugar donde el gaucho toma mate. Sus paredes son de chapa de cinc, pero en este caso están pintadas por un artista como si fuera el metro de Nueva York. Una idea muy original.
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A escasos cinco kilómetros de Vik está Posada Anastasio (www.posadaanastasio.com), una auténtica casa de campo antigua, levantada en 1890, que permite conocer a fondo las costumbres del gaucho rioplatense. Ubicada dentro de una estancia de 270 hectáreas, desde la galería se obtiene una magnífica vista de las lagunas Anastasio y Garzón, un bosque de eucaliptos y el arroyo Anastasio. Nada es mejor plan que tumbarse en la reposera o en la hamaca paraguaya, mirar el campo y dejar que todo fluya.
Anastasio cuenta con apenas cinco habitaciones, una piscina, varios ombúes ?colosales árboles típicos de la zona?, liebres, ñandúes, flamencos rosados y un centenar más de pájaros.
Sobre la laguna está el bistró con un horno de barro para comer empanadas o una pata de cordero, y un recorrido de pasarelas y miradores construidos sobre el agua. Allí se practican deportes náuticos como kitesurf y pesca. Las cabalgatas son muy recomendables para apreciar el campo y tener encuentros cercanos con la fauna local, entre ellos los numerosos ñandúes y sus crías. Un ambiente bucólico relajante.
La anfitriona Rosario Gaviña es el alma de Anastasio: discreta, impecable, refinada y gran cocinera. Con la misma dedicación prepara personalmente el desayuno o confirma un pasaje aéreo. Adivina el estado de ánimo de sus huéspedes y desaparece para que vivan la casa como propia y reaparece para ofrecer un té con alguna tarta exquisita. Una experiencia inolvidable.
Posada Anastasio y Estancia Vik son dos opciones para vivir la costa uruguaya desde un poco más lejos de la orilla, con todo el encanto que ofrece la vida de campo.