Blog en moto | El escape de Oruro
Salir de la ciudad de Oruro fue una tarea difícil. Un mercado ambulante gigante nos cerró el paso por las calles.
Luego que libramos a los comerciantes, tardamos más de dos horas en conseguir combustible, por las reglas para la venta a extranjeros.
Las excusas de las gasolineras pasaron de «no puedo venderles, es día feriado» a «las camaras de seguridad ya vieron que son extranjeros, lo siento».
Frustrado, Hector trató pasar por boliviano, diciendo que su extraño acento era del sur del país, pero nuestras placas mexicanas nos delataron.
Al final alguién se apiadó de nosotros y nos vendió gasolina, claro está, al triple de precio.
Pensamos que saldríamos rápido de la ciudad, pero poco antes de tomar la carretera, nos encontramos un bloqueo en protesta al presidente Evo Morales y a las alzas al precio del choclo (maíz).
Los autos daban vuelta atrás, mientras los protestantes ponían piedras a lo ancho de toda la carretera.
Creímos que todo estaba perdido, pero una ídea rápida nos salvó: al grito de «¡prensa internacional, apoyamos la causa!» las piedras se levantaron y el bloqueo desapareció para las motos.
Después del escape de Oruro las cosas fueron más faciles, la carretera nos llevó por amplios valles llenos de llamas, y subimos aún más por el altiplano antes de llegar a una pequeña cordillera donde se ubica Potosí.
Inmediatamente después de entrar a la ciudad se siente que hay historia y tradición en el lugar.
Las calles lucen angostas y adoquinadas, los edificios son de la colonia, y la influencia minera nos recordó a ciudades mexicanas como Guanajuato, Taxco ó Zacatecas.
El cerro del potosí se imponía sobre el pueblo al atardecer, y ahí es a donde nos llevaría el camino.