Descubre pueblos de montaña remotos y monjes que usan su teléfono celular entre los rezos y la meditación.
Monjas y monjes vestidos con túnicas blancas caminan entre lagos, fuentes y flores hacia el pabellón de música. La banda toca la canción "Chiquitita" de Abba en versión birmana en el Jardín Botánico Nacional Kandawgyi, en Pyin Oo Lwin, una antigua plaza militar de la potencia colonial británica.
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La localidad está situada a una altura de más de 1,000 metros y a 70 kilómetros al noreste de Mandalay. Al parque llegan visitantes en carruajes pintados en varios colores, tirados por caballos. La población local es reservada pero amable. Los que hablan un poco de inglés intentan entablar una conversación con los turistas.
El proceso reformista puesto en marcha en Myanmar, la antigua Birmania, ha atraído a este país a una avalancha de turistas, inversiones en hoteles, música pop y cafés internet. En la llanura de Bagan, en el este del país, muchos monjes ya están usando su smartphone entre los rezos y la meditación. Y cerca de los templos se apiñan durante las puestas y salidas del sol multitudes de turistas llegados desde todas partes del mundo.
Después de la victoria electoral de la líder opositora y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, muchos habitantes de Myanmar están convencidos de que se va a acelerar el cambio en el país. También muchos destinos situados fuera de las rutas turísticas, como el norte de Myanmar, se benefician del turismo. Hoy, también se organizan viajes para grupos en el ferrocarril que comunica Mandalay, en la meseta de Shan, con Lashio pasando por Pyin Oo Lwin, Nawn Penga, Kyauk Me y Hispaw.
El tren necesita más de 15 horas para cubrir el trayecto, de 290 kilómetros. El momento culminante del viaje es el paso por el viaducto Gokteik, que data del año 1900, cuya estructura de acero ya se puede ver desde lejos resplandeciendo bajo el sol. Los turistas se asoman por las ventanas y sacan fotos. Muy despacio, los vagones se desplazan con las ruedas rechinando por la construcción, de unos 800 metros de largo.
El jefe de la estación de Nawn Peng está exultante y feliz. "El tren tiene un retraso de solo una hora. Enseguida viene". Él tampoco sabe cómo se llama exactamente su pueblo en inglés. ¿Nawn Peng, como asegura la guía turística, o Naung Peng, como se indica en la comisaría, o Noung Peng? La pequeña localidad con sus casas de madera y un par de templos es probablemente la parada más insignificante en el trayecto.
Antes era inimaginable, pero hoy ya no es ningún problema: realizar trekking sin estrés, por ejemplo en Hsipaw hacia pueblos de montaña remotos de las etnias Palaung y Shan. El señor Maung habla un inglés bastante bueno. "Los turistas que vienen aquí están interesados en nuestra naturaleza y cultura y generan puestos de trabajo", dice el guía turístico. La caminata pasa por campos con símbolos fálicos de madera que deben asegurar una buena cosecha, entre bambús y árboles que tienen más de 200 años de antigüedad, así como delante de tradicionales casas construidas sobre palos de madera.
Si no hay hoteles donde dormir, los turistas se alojan en casas de familias birmanas. En Lashio, donde viven muchos chinos, ya se siente la cercanía del gran vecino. Pronto, el viaje en autobús o automóvil al otro lado de la frontera probablemente dejará de ser una aventura para los extranjeros.
Información básica:
Cómo llegar: La mayoría de los turistas viajan vía Bangkok a Mandalay. Para entrar se necesita un visado que se puede conseguir en las embajadas de Myanmar o por Internet y que cuesta 50 dólares (46 euros).
Cuándo viajar: La mejor época para viajar son los meses secos y menos calurosos, de noviembre a febrero. La época seca calurosa son los meses de marzo a mayo. En Mandalay, las temperaturas pueden llegar hasta los 38 grados. Las temperaturas en las montañas son más bajas. La época de lluvias comienza en junio y termina en octubre.
Moneda: Un euro equivale a unos 1,384, un dólar a unos 1,280 kyat (26 de enero de 2016). Además de dólares, muchos bancos también aceptan euros. Las tarjetas de crédito se aceptan en los hoteles de mayor categoría, muchas veces con una comisión de entre un tres y cinco por ciento.
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