Experimenta la legendaria melan- colía de Budapest, la ciudad dividida por el río Danubio.
Se dice que los húngaros han peleado todas las batallas, y todas las han perdido. Se dice también que de ese hecho histórico, ligado al fervor rebelde con que afrontan la vida y su destino, se desprende su melancolía. Cuando conocí Budapest, comencé a creer esta leyenda.
Aunque la ciudad de Budapest es en realidad dos ciudades (Buda y Pest) unidas por los puentes que cruzan el Danubio, y en ella viven casi dos millones de personas, no es tan descabellado pensar que en un recorrido a pie se puede echar un vistazo por la vera del río que cuenta la historia del pueblo magyar.
El punto de partida será la explanada de (1) la Basílica de San Esteban (Szent István-bazilika), cuyo nombre honra la memoria del primer rey de Hungría, quien fuera coronado en el año 1000 de la Era Cristiana. Por esta ocasión sólo echaremos un vistazo rápido a esta iglesia neoclásica, inaugurada a principios del siglo XIX. Queda como una tarea pendiente subir a una de las torres, que tiene tantos escalones como días el año y que guarda una campana de nueve toneladas de peso. En la capilla se encuentra el brazo incorrupto de Esteban I de Hungría (pero abre a las 11 de la mañana y nosotros no podemos esperar).
Comenzaremos nuestra caminata por (2) la calle (utca en húngaro) Zrinyi, que se encuentra justo frente a nosotros si nos paramos dando la espalda a la puerta de la basílica. Al llegar a Oktober 6 utca, doblar a la derecha. Si hay ánimo de comer algo típico y barato, no te puedes perder el pequeño restaurante (3) Kisharang Étkezde (en el número 17) es una buena opción. Daremos de frente con la (4) plaza de la Libertad (Szabadság tér), en la cual se pueden ver varias caras de la historia húngara: alrededor de la gran plaza austera y gris, que recuerda los años del comunismo, se encuentran los esplendorosos edificios, algo sucios, del Jugendstil vienés de finales del siglo XIX (legado de los años del Imperio Austrohúngaro), y al centro un feo monumento construido después de la Segunda Guerra Mundial. También hay una estatua de Hamlet, el personaje creado por Shakespeare.
De ahí, tomaremos la Nádor utca hacia la derecha, para encontrar la Zoltán utca y doblar a la izquierda. Esa pequeña calle nos conducirá directo al Danubio, justo a la altura donde hay una pieza notable desde el punto de vista artístico. (5) Se trata de 60 pares de zapatos de tamaño natural forjados en hierro y dispuestos en desorden a la orilla del río. Esta escultura de Gyula Pauer y Can Togay está inspirada en la práctica común de los nazis de arrojar en ese lugar, a 300 metros del Parlamento, a parejas de judíos atados. Los soldados disparaban sólo a uno de ellos, y el otro moría ahogado jalado al fondo del Danubio por el peso del cadáver de su compañero. Queda dar un paseo por la vera del río, con una vista inmejorable del majestuoso (6) Palacio Real en la otra orilla, en dirección del (7) Puente de las Cadenas (Széchenyi lánchid), y cruzar sobre él el Danubio para abandonar Pest y adentrarse en los secretos de Buda. Acerca del Puente de las Cadenas se dicen varias cosas: que es el segundo que se hizo para cruzar el más caudaloso río de Europa y, entre otras, que los leones de bronce que lo guardan no tienen lengua.
Una vez en Buda, quedamos al pie del (8) Palacio Real (Várhegy). En esa área, entre las dos colinas unidas que formaban la ciudad antigua de Obuda, podríamos pasar un par de días descifrando, entre las piedras de sus muros y pisos, y los rincones ignorados, dos mil años de superposiciones y reconstrucciones. Si bien la faceta más visible es la que corresponde al Imperio Austrohúngaro, ese asentamiento arquitectónico se remonta a la época romana.
Sin embargo, en esta ocasión pasaremos de largo, dado que nuestro recorrido a pie nos exige doblar a la izquierda una vez cobrada la vera de Buda y caminar a contracorriente del río en compañía de la imagen del Palacio Real en lo alto. De haber ingresado a la vieja (9) Obuda, habríamos encontrado, además del hotel Hilton y el Palacio Real (cuyo punto más alto es conocido como la plaza de la Trinidad, Szentháromság tér), (10) un laberinto subterráneo (Budavári Labirintus) tallado en la roca por aguas minerales, una (11) iglesia gótica impresionante (Mátyástemplom), una terraza con restaurantes y una vista panorámica de (12) la ciudad (Halászbástya o bastión de los pescadores) y varios museos: el de (13) Historia de Budapest (Budapesti Történeti Múzeum), la (14) galería nacional (Magyar Nemzeti Galéria), la (15) biblioteca nacional (Nemzeti Széchenyi könyvtár), la cual cuenta con siete millones de volúmenes y 200 mil mapas, el de (16) farmacia (Arany sas patikamúzeum), el de (17) ingeniería militar (Hadtörténeti Múzeum) y el (18) de comunicaciones (Telefónia Múzeum), donde se encuentra el primer aparato de Alexander Bell.
Pero eso es otra historia, nosotros ya estamos llegando a otra colina y doblaremos a la izquierda en (19) Erzsébet hid (el puente blanco de Sissi) y a 100 metros encontraremos un jardín inmenso. Subiremos por alguna de las veredas o escalerillas, que hay varias, para llegar, en 30 minutos de paseo, a la cumbre de la Citadella, (20) ciudadela neogótica que Francisco José mandara labrar sobre la piedra de la montaña. No hay una mejor vista panorámica de la ciudad de Budapest que esa.
Cuidaremos de bajar por la escalera que desemboca en la plaza Döbrentei, donde se encuentran los (21) baños termales Rudas. Ha llegado el momento de disfrutar uno de los mayores placeres cotidianos que ofrece Budapest, legado de la ocupación turca durante el siglo XVI. Aunque poco, pero algo queda de las instalaciones originales. El ritual es el siguiente, y será conveniente seguirlo porque no hay indicaciones sino en húngaro y los empleados miran a los turistas de arriba a abajo con desprecio y arrogancia, y no ayudan: sauna seco-chapuzón en la piscina helada-chapuzón en la alberca caliente-vapor-descanso en la alberca de la Luna-siesta. Un par de consejos, el primero: pagar por el tiempo que se va a estar dentro (dos horas será suficiente), ya que no hay manera de recuperar un solo forinto, cambiarse en los vestidores (no en los pasillos) y guardar las cosas en las cabinas, amarrándose la llave al calzón de baño. Horario: lunes, miércoles y viernes: de 11 a 18 horas; de martes y jueves: de 7 a 14 horas.
Al salir de ahí, recorreremos el (22) puente de Sissi para cruzar el Danubio. De vuelta en Pest, nos recibirá del lado izquierdo, en la plazuela Március 15, (23) la iglesia Belvárosi (Nagyboldogasszony Belvárosi Plébániatemplom), que es la más antigua de la ciudad. Seguiremos de frente por la avenida para dar vuelta a la izquierda en la Váci utca (24), que es la calle principal del comercio formal y es peatonal. Es el centro de Budapest. Pero no la recorreremos toda, doblaremos a la derecha en el callejón Haris köz y seguiremos de frente hasta la pequeña (25) plaza Pilvax (en la cual, el 15 de marzo de 1848, un grupo de jóvenes se rebeló al imperio y comenzó una revolución que duró un año). Llegaremos de frente a Victkovics Mihály utca, de donde inicia, hacia la izquierda, unos metros más adelante, Gerlóczy utca. Rondamos lo que eran los límites de la antigua ciudad de Pest. En Gerlóczy utca, en el número 1, cerca del (26) edificio barroco del Ayuntamiento (cuya fachada da a la Városház utca), en el (27) restaurante Gerlóczy Kávéház, remataremos nuestro día en Budapest. No te extrañes si, sentado en la terraza, llega hasta ti un vientecillo de la Ciudad Luz. Recuerda que a Budapest se le conocía como la «París de Oriente».