Seguimos el recorrido por la costa del Atlántico, encontrando pingüinos, y cordero asado en un pueblo galés.
Continuamos el viaje rondando la costa Atlántica. La Ruta 1, totalmente de tierra, nos llevó a parajes aislados cerca de interminables praderas y pequeñas bahías. Al cabo de un par de horas llegamos al Santuario Natural de Punta Tombo, donde el árido paisaje no sugiere que exista mucha vida en los alrededores y mucho menos para animales acostumbrados al clima Ártico, pero nos llevamos una gran sorpresa.
Pasamos por la entrada y el centro de visitantes y después de una corta caminata vimos algo moviéndose debajo de un pequeño arbusto. Era un pingüino de Magallanes, de no más de 30 centímetros de alto, descansando y tomando la sombra. Dimos un par de pasos más, y un par de pingüinos cruzaron el camino, luego vimos otros cuantos en sus madrigueras y más adelante unas decenas, hasta que se convirtieron en cientos.
La bahía de Punta Tombo ha sido habitada por estas criaturas durante cientos de años, Darwin visitó esta zona durante su viaje en el Beagle para ver las colonias de medio millón de pingüinos, siendo una de las mayores colonias de estos animales fuera de la Antártida. Hoy los números se han reducido debido a la migración y el calentamiento global, pero la cantidad de animales sigue siendo impresionante. Se les ve de todos tamaños: Desde pequeñas crías hasta grandes adultos cuidando sus nidos y que después se zambullen en el agua en busca de alimento. Su velocidad es impresionante en el mar y es contrastante con su aparente torpeza en la tierra.
Después de pasar varias horas recorriendo el lugar nos despedimos de nuestros pequeños amigos y seguimos el camino.
Tomamos la Ruta 3 y avanzamos hasta Rawson, donde nos desviamos un poco para pasar la noche en Gaiman. Esta zona de la región de Chubut fue colonizada por migrantes galeses en el siglo XIX y su influencia sigue hasta estos días. Muchas construcciones del lugar recuerdan a las islas británicas, hay banderas con el icónico dragón rojo por todas partes y las casas de té abundan por las calles, incluso algunos pobladores aun hablan galés. Pasamos la noche como invitados de los bomberos locales, quienes nos ofrecieron un lugar donde acampar y parte de su delicioso cordero patagónico recién salido de las brasas.
Terminada nuestra estadía por territorio galés, continuamos nuestro camino por la eterna recta de la Ruta 3, cruzamos brevemente por la Provincia de Rio Negro. Pasamos por Viedma y Bahía Blanca y cada vez nos acercamos más a Buenos Aires.