Arboles petrificados, caminos desolados e impresionantes formaciones de piedra sobre antiguos glaciares nos esperaban en el salvaje sur Chileno.
La ciudad de Coihaique nos dio una ilusión de civilización que no nos duraría por mucho tiempo; a escasos 50 kilómetros al sur de este poblado, volvimos a encontrarnos con el fin de las carreteras asfaltadas y la falta de comodidades que las urbes ofrecen.
Entramos en la impresionante Reserva Nacional Cerro Castillo, con sus cadenas montañosas rodeadas de lagos, ríos y verdes praderas. Pasaron horas entre cada auto que vimos sobre este camino, y preocupantemente incrementaron las carrocerías calcinadas al lado de la vereda. Un poco más adelante dimos con otro escenario inesperado; el bosque muerto del Río Ibanes y el Río Murta.
A raíz de la erupción del volcán Hudson en 1991, la ceniza y el desborde de ambos ríos crearon este escenario macabro. El bosque muerto se extiende por decenas de kilómetros acompañando a la carretera Austral como un esqueleto.
Dejando atrás este impresionante lugar continuamos por la desolada carretera hasta pasar por el pequeño poblado de Puerto Murta, donde conseguimos indicaciones para llegar a nuestro siguiente destino, Puerto Tranquilo.
Llegamos a este lugar cerca al atardecer, y una vez que encontramos un lugar donde acampar pudimos disfrutar de los colores del cielo Austral sobre el masivo Lago General Carrera, el segundo mas grande de América del Sur.
Al día siguiente teníamos planeado visitar un glaciar cercano, pero la falta de visibilidad por la neblina y la lluvia nos obligaron a quedarnos a un lado del fuego para calentar los huesos.
Por la mañana el clima seguía sin mejorar, pero nos empeñamos en buscar una de las maravillas del sur chileno y abordamos una pequeña lancha para navegar el Lago General Carrera. Después de unos 30 minutos de fuerte oleaje llegamos a la «Capilla de Mármol» una formación rocosa que data de la edad de hielo, cuando grandes glaciares se desprendieron de la ladera de la montaña para formar el lago. Las formas que se crearon son inimaginables, galerías perfectas, paredes curvas y estalactitas imposibles que asimilan las fauces de un lobo sobre el cristalino lago de agua de deshielo.
Desde ahí avanzamos para ver otras formaciones, como «el perro» y «la virgen» para pasar finalmente a la catedral de mármol, una versión mas impresionante que la capilla. Dentro de ésta los movimientos del lago han erosionado las paredes de piedra hasta hacerla parecer una piel escamosa, y han hecho que el color de las paredes varíe desde negro hasta un brillante azul.
Después de ver este lugar inolvidable, volvimos a Puerto Tranquilo, para seguir al día siguiente una vez mas hacia Argentina.