Seguimos el camino por la legendaria Ruta 40 hacia el Parque Nacional los Glaciares, subiendo hacia el monte Fitz Roy entre impresionantes bosques y ríos.
En la Patagonia Argentina parece que existe un interruptor de encendido y apagado para el viento. Temprano por la mañana no existe tal, pero al cabo de media mañana se enciende el ventarrón con toda su fuerza, para terminar solo cuando cae el sol, cerca de las nueve de la noche. Así comenzamos el día en el camino, la noche había sido fría y de poco sueño, pero igual continuamos hacia el sur.
La ruta 40 se hace mas desolada conforme se avanza hacia el sur, pueden pasar 50 kilómetros o mas sin ver un alma, y el viento solo hace que el escenario se vuelva mas solitario. Hicimos una parada técnica en el poblado de Gobernador Gregores para cargar gasolina y de ahí continuamos a la desviación que nos llevaría a el Chalten. Este poblado se encuentra muy cerca de la frontera con Chile, y es la entrada Norte al maravilloso Parque Nacional los Glaciares, hogar del famoso Monte Fitz Roy.
Este poblado puede convertirse en una ciudad fantasma durante la temporada baja de invierno, pero en el verano resucita con grandes cantidades de visitantes, todos atraídos por los magníficos paisajes y las grandes oportunidades para hacer alpinismo y senderismo. Al día siguiente nos levantamos con buen ánimo y tomamos de lleno nuestro primer recorrido de senderismo, subiendo unos 12 kilómetros por uno de los caminos cortos hacia el Cerro Torre para «calentar» para la subida al Fitz Roy. Pasamos por varios lagos, caudalosos ríos y ricos bosques antes de toparnos con el Glaciar Torre.
Confiados de nuestros rápidos avances en senderismo, emprendimos el camino hacia el Fitz Roy a la siguiente mañana. Avanzamos con buen paso entre ríos y arboles por los primeros 10 o 15 kilómetros, pero nada nos preparaba para el impresionante ascenso hasta la base del macizo de Fitz Roy. Un par de horas de sufrimiento después, estábamos en el final del camino y pudimos cobrar las recompensas. La vista en este lugar es impresionante, el cerro Fitz Roy se levanta como una imponente pared vertical de roca sólida, formando un pico inalcanzable. A sus pies, se acumula un lago azul con pedazos de hielo flotando, y por si fuera poco todo rodeado por una gruesa capa de blanca nieve.
Pasamos un tiempo en este lugar absorbiendo la vista y el aire de montaña antes de emprender el pesado retorno. Los últimos kilómetros fueron un martirio, pero logramos llegar al atardecer listos para disfrutar una deliciosa pizza casera. Después de un merecido descanso, continuaríamos hacia el sur, para ver los maravillosos glaciares de este parque nacional.