Descubrimos un moderno centro administrativo en Bolivia, y un truco para limpiar el combustible.
Dejamos Copacabana y en una barcaza que mas bien es una plataforma de madera con motor, cruzamos el estrecho de Tiquina hacia la costa este del Lago Titicaca. Aunque el medio de transporte parecía algo inestable, nos sentíamos seguros y confiados de que si ocurría algún accidente contábamos con la pronta respuesta de la Armada Boliviana que resguarda el lago. (Bolivia no tiene salida al mar).
Después del cruce de no más de 10 minutos de duración, continuamos nuestro camino a La Paz con el plan de cargar combustible en las afueras y rodear la capital si fuera posible antes de continuar hacia el sur. El plan fracasó tras equivocarmos por la falta de señalamientos; cruzamos toda la ciudad justo por el centro a hora pico.
El lado positivo fue que conocimos la mayoría del centro en un vistazo. Sucre fue la capital original del país por mucho tiempo, mientras La Paz funciona como un centro administrativo más moderno.
Después de encontrar la salida de la ciudad, pudimos cargar combustible Premium, aunque al precio «internacional», el cual se aplica para turistas, y es tres veces mayor al costo regular. Esta sería la última vez que cargáramos combustible Premium en mucho tiempo, ya que La Paz es el único lugar en el país donde está disponible.
En el resto de Bolivia solo existe el combustible regular de baja calidad, lo que nos causó problemas. Este tipo de gasolina empezó a hacer estragos en los motores de nuestras motos lo cual sumado al incremento de altura nos dejó sin potencia para las subidas a las montañas.
Nos preocupamos por las impurezas; con facilidad podrían tapar la inyección o el carburador. Un amigo «motoquero» argentino nos recomendó usar pantimedias como filtro al cargar combustible.
Así seguimos hacía el sur del país, deteniéndonos para dormir en la ciudad de Oruro antes de continuar la aventura al legendaro Potosí.