Un espectáculo entre hamburguesas, indios de la tribu Lakota, y caballos.
Dakota del Sur, finales de septiembre: son las cuatro de la mañana. El otoño está anunciando su llegada con oscuras nubes y noches frías. Temblando de frío, los wranglers, como aquí llaman a los vaqueros, se preparan para celebrar el principal acontecimiento de cada año en el Custer State Park.
Kevin Stolz es uno de los 20 profesionales que en esta ocasión están presentes y que, para mayor seguridad, se ponen un revólver en la cintura para, en caso de urgencia, poder defender a los 40 vaqueros voluntarios que han sido admitidos por sorteo para participar en el arreo de bisontes. «Hay que estar bien preparados cuando uno de esos animales, que pesan hasta 900 kilos, se abalanza sobre tu caballo», dice Stolz. «También es mejor no acercarse a vacas que cuidan a sus terneros».
Cuatro horas después, los vaqueros, divididos en tres grupos, han tomado posiciones detrás de las colinas donde los bisontes pastan pacíficamente. Turistas de todas partes del mundo siguen llegando al terreno para poder contemplar el arreo desde una distancia segura. Solo el canto de algunos pájaros rompe el silencio en la vasta pradera. Por fin llega la señal: todos los espectadores han encontrado un sitio. El espectáculo puede comenzar.
El primer grupo de vaqueros se dirige a la manada principal, que comienza a moverse estruendosamente. Unas 5,200 patas hacen temblar la tierra, levantan polvo y transforman el silencio en un trueno. Desde los lados, los demás vaqueros arrean a grupos de bisontes más pequeños en dirección a la manada principal. Todo transcurre como estaba previsto.
Lentamente, los 1,300 bisontes pasan por la puerta abierta de un vallado. A continuación, los vaqueros separan a los animales y vacunan y marcan con hierro candente a los terneros. Las vacas son sometidas a una prueba de embarazo ya que la época de celo está llegando a su fin. Más tarde, algunos centenares de animales son subastados por rancheros o mataderos.
«Nuestro objetivo es mantener estable la población en el Custer State Park e impedir el pastoreo excesivo», explica el gobernador de Dakota del Sur, Dennis Dougard. Con orgullo señala que con unos 35,000 bisontes, su estado cuenta con la mayor población de este antiguo animal emblemático de las praderas norteamericanas.
El espectáculo va adquiriendo el carácter de una fiesta popular: después del arreo se ofrece a todos los presentes un sabroso almuerzo «chuckwagon». El principal ingrediente de las hamburguesas que se sirven es carne de bisonte, por supuesto. Indios de la tribu Lakota acompañan con tambores el baile de sus mujeres e hijos. Comerciantes ofrecen en pequeñas tiendas de campaña prácticamente todo lo que debe formar parte de una fiesta de bisontes.
Hay uno que falta en la gran fiesta: Kevin Costner. Durante el rodaje de la película «Danza con lobos», al actor y cineasta le fascinaron tanto los bisontes que creó para ellos un museo en la localidad de Deadwood llamado «Tatanka», palabra que en el idioma de los Lakota significa bisonte. El museo, pequeño pero impresionante, documenta la trágica historia de estos animales: desde los tiempos cuando entre 30 y 60 millones de bisontes habitaban las praderas de Norteamérica hasta su casi erradicación por cazadores blancos. A finales del siglo XIX solo quedaban algunos centenares de ejemplares.
La próxima fecha de arreo es el 26 de septiembre de 2014. El arreo es gratis para los visitantes. Conviene llegar al lugar a más tardar a las siete de la mañana, porque generalmente hay grandes atascos de coches frente a los estacionamientos. El inicio oficial del arreo es a las 09:30 horas.
Para llegar en avión, una opción es United Airlines, vía Newark y Denver a Rapid City y desde allí en coche de alquiler al Custer State Park.