Revive en la Medina de Fez los olores, colores y sabores de las míticas caravanas del desierto marroquí.
Fez tiene tres zonas principales: Fez el-Bali, el centro de la Medina (distrito antiguo de la ciudad) y la parte más atractiva histórica y culturalmente hablando; Fez el-Jdid, donde está el barrio judío, y la Fez moderna o «ville nouvelle», construida por los franceses.
En la Medina puedes optar por hacer la experiencia pausada o ir directo al blanco de tus intereses. La mayoría de las veces, uno termina perdido entre olores, colores, sonidos, mercancías modernas o milenarias, rostros que te invitan a visitar los locales, caballos o burros que van a entregar su carga, entre infinidad de estímulos. El golpeteo de un martillo que moldea una vasija de cobre o la caligrafía misteriosa y fascinante que adorna los muros de las mezquitas; cada escena que contemplas te transporta en una alfombra mágica a los legendarios caravasares, esos refugios de las caravanas de comercio en el desierto. Ya sea durante todo un día hasta la tarde o por unas cuantas horas, acabarás rendido al encanto de Fez.
Muy temprano comienza el recorrido entrando por (1) Bab Bou Jeloud, la puerta principal de la Mezquita. Hacia la izquierda, encontrarás un área de restaurantes y comercios en donde puedes tomarte un té de menta mientras observas el movimiento de los turistas y los locales.
Para ir al (2) souq, o mercado principal, camina por la calle Talaa Kebira, en donde está la (3) Medersa Bou Inania, casi enfrente del (4) Reloj de Agua, un mecanismo enigmático en permanente reparación al lado del cual está el Café Clock, un lugar regentado por un inglés muy agradable. Aquí puedes consultar internet y comer algo. Podrías detenerte en Gazleane o en Ash Sherabliyin, dos mezquitas en el camino.
Sigue por la misma calle hasta el (5) Museo de Artes y Oficios de Nejjarine, alojado en un viejo caravasar restaurado y con una magnífica colección de artefactos antiguos. Verás una rica variedad de objetos históricos que van desde herramientas, muebles y adminículos domésticos, hasta bellísimas tablas coránicas espejo de la gran cultura marroquí. En el techo del edificio hay una terraza en donde puedes tomar algo mientras disfrutas de la vista. Saliendo, pasa por el (6) souq an-Nejjarine, el mercado de los artesanos carpinteros que normalmente están armando pequeños tronos que se usan en las bodas. Junto, busca el mercado de piel, un vasto despliegue de bolsas, zapatos y artículos hechos con cuero de oveja y de cabra.
A los comerciantes les gusta mostrarte la impresionante tenería del Guerniz. Ahí al lado, puedes encontrar un grupo de talleres en donde se trata y tiñe el material antes de ser confeccionado. Verlo es muy recomendable. Después, encamínate hacia (7) medersa el-Attarine, una bella edificación de 1325 que muestra en sus techos el trabajo en madera y estuco con los patrones tradicionales merenides tan característicos de los artesanos de Fez. Sigue caminando hasta encontrar la (8) plaza as-Seffarine en donde está la (9) medersa Kairaouine, la universidad más vieja del mundo y por la cual Fez es considerada la capital espiritual de Marruecos. Desde 859 esta emblemática construcción es el corazón de la ciudad, y aunque está prohibida la entrada a los no musulmanes, puedes mirar su interior a través de sus puertas.
Alrededor de la plaza as-Seffarine se agrupan vendedores de babuchas, cirios, henna y especias. Ahí también está el mercado de bronce y plata, una placita con un árbol al centro en donde los artesanos trabajan y donde burros y caballos pasan durante todo el día llevando mercancía. Cerca de ahí está la (10) biblioteca Kairaouine, fundada en 750 y que puede ser visitada. Aunque el acceso a la gran sala está reservado a investigadores y estudiantes, se puede apreciar su bella arquitectura desde el vestíbulo.
¿Algo para comer o refrescarte? La Medina está llena de puestos de comida y bocadillos callejeros. Prueba los sándwiches típicos de cordero, las donitas fritas, el jugo de naranja o la sopa de harira. La comida popular es deliciosa y se observa limpieza al prepararla. Si prefieres sentarte a comer a la carta, verás que hay muchas cafeterías sencillas y restaurantes de lujo para escoger. Puedes leer los menús en la calle antes de entrar, o visitar algún restaurante de las muchas riads ?casas tradicionales marroquíes? que han sido acondicionadas recientemente y que ofrecen todas las comodidades para el viajero en un ambiente tranquilo, fresco y generalmente de muy buen gusto.
Como postre, entrégate al arte de la repostería, legado de los franceses. Por todos lados encontrarás reposterías y cafés con fuentes repletas de makrouts ?pastelillos de dátil?, harchas ?galletas de vainilla?, chabakkias ?tiritas de ajonjolí, miel y canela?, y baklawas ?dulces de nuez y almendra?. Una verdadera delicia que extrañarás en casa. No dejes Fez sin visitar la (11) tenería Choudras. Esta puede ser una experiencia fuerte para muchos por el olor que despiden las pieles, pero el colorido y las formas de las tinas de trabajo hacen de este modo ancestral del oficio una vivencia única. Regresa a la plaza as-Seffarine y sigue los muros de la (12) mezquita Kairaouine, hasta llegar al refugio de (13) funduq Tetouaien, en algunas partes cubierto con techos de tiras de madera por donde se cuela el sol dando un bello efecto visual. Encuentra la calle Talaa Seghira, que te llevará de regreso a la puerta Bab Bou Jeloud. Volviendo a este antiguo laberinto visita el (14) museo Dar Belghazi, construido en un palacio del siglo XVII, y casa de una de las más amplias muestras etnográficas de las culturas del Magreb. La colección comprende ejemplares antiguos de alfombras, joyería, instrumentos musicales, cerámica, tronos de boda, armas y herramientas, entre varios otros objetos.
En el patio hay un restaurante muy agradable. A un paso de ahí, otra amplia colección de cultura marroquí es la contenida en (15) el gran museo Dar Batha (justo afuera de la entrada a la Media).
Sigue por la calle Talaa Seghira y, ahora sí, dedícate a escoger un tapete. Los hay simplemente gloriosos. Conviene pasar un buen rato con los vendedores para convenir un buen precio, déjate invitar un té y platica con esta agradable gente. Además del precio del producto, podrás conversar sobre la ciudad, la historia de Marruecos o sobre la vida familiar de estos artesanos. Termina tu estancia en Fez en un (16) Hamman o baño turco. Existe uno muy viejo y tradicional en la calle de Talaa Seghira, todo lo que tienes que hacer es preguntar por uno de hombres o uno de mujeres. Los populares, más auténticos y con mejores precios, no tienen anuncios en las fachadas.
Primero pondrás tu ropa en unos anaqueles de madera y te enrollarás una toalla, caminarás bajo una cúpula blanca con ventanitas que dejan entrar el sol asimilando un eclipse; después llegará la persona que te lavará, te hará señas para que la sigas hacia la sala de agua y te indicará el suelo destinado para sentarte. Lo que sigue es un baño de jabón beldi, hecho con aceitunas negras, aceite de oliva y sal, que deberás frotar a tu cuerpo con un guante exfoliante. Todo lo anterior en comunión con el agua que brota sin parar de las fuentes hacia unas enormes tinas. Saldrás de ahí como nuevo, limpio como nunca.