Pocas cosas despiertan tanto orgullo entre los alemanes.
Alemania y su cerveza: la ley que regula la famosa bebida, orgullo nacional, cumple 500 años en medio de un descenso de su consumo y de la moda de las craftbier (cerveza artesanal).
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Pocas cosas despiertan tanto orgullo entre los alemanes como su querida cerveza, protegida por la ley de alimentación más antigua del mundo, el Reinheistgebot (orden de pureza), una norma que fija los ingredientes que puede contener esta bebida para poder ser llamada cerveza en Alemania.
El 23 de abril de 1516, Guillermo IV de Baviera proclamó la normativa en Ingolstadt. El texto original establecía que la cerveza sólo podría contener agua, malta de cebada y lúpulo.
En esa época se deconocía el efecto de la levadura, que posteriormente sería incluida. A su vez, la fabricación de cerveza con malta de trigo (Weizenbier) se permitió con el tiempo a cambio de un impuesto especial.
La ley, que en 1906 se extendió a todo el territorio alemán, tenía tres objetivos: primero, limitar el precio; segundo, evitar el uso de trigo en la producción ya que el pan era la base de la alimentación en aquella época y, tercero, evitar el uso de especias, que en algunos casos podían ser venenosas.
"Bélgica, Inglaterra, la República Checa y Alemania son las grandes naciones cerveceras. Ninguna es mejor que la otra. En Alemania se hace al estilo alemán. En Inglaterra es diferente, ni mejor ni peor", comenta Oliver Lemke, propietario de la cervecería Lemke en Berlín, durante un encuentro con la prensa extranjera.
Hoy en día la cerveza alemana se sigue produciendo en base a esta ley. A diferencia de las cervezas extranjeras, en la alemana no se pueden incluir aromas artificiales, encimas ni ningún tipo de conservante. Agua, lúpulo, malta y levadura siguen siendo los cuatro ingredientes naturales del único "alimento" alemán protegido por la Unión Europea como tradicional.
Todas aquellas cervezas que se fabriquen en Alemania y que no cumplan con esta ley deben ser registradas como "cervezas especiales", excepto en Baviera, donde sólo se puede fabricar cerveza de acuerdo con el "Reinheitsgebot".
Con más de 40 tipos de malta, aproximadamente 170 variedades de lúpulo, alrededor de 200 levaduras y diversas aguas que en función de sus minerales influyen en el sabor, los productores de cerveza tienen un amplio abanico de posibilidades para descubrir nuevas variedades sin necesidad de incorporar otros ingredientes.
Pero, 500 años después, ¿sigue teniendo sentido esta ley? Para la mayoría de los alemanes, sí. Un 85 por ciento de los encuestados por el instituto de demoscopia Forsa cree que debería seguir vigente.
"La cerveza sin la Reinheitsgebot sería como el fútbol sin reglas", explica a dpa Matthias Wieland, un ingeniero de Baden-Württemberg.
En Alemania existen 1.388 cervecerías actualmente, 107 más que hace diez años, y más de 5.500 marcas de cerveza en el mercado, de acuerdo con datos de la Federación Alemana de Cerveceros (DBB). Siendo Baviera, con 626 cervecerías, la región más productora, seguida de lejos por Baden-Württemberg, con 190.
Sin embargo, a pesar de esta proliferación de cervecerías el consumo alemán está de capa caída. En 2015, los alemanes consumieron 79,5 millones de hectolitros, la cifra más baja de la historia. Pero gracias a las exportaciones el país produjo un total de 88 millones de hectolitros de cerveza (sin contar la sin alcohol).
"Hace tres décadas los hombres contribuían menos a las tareas del hogar por lo que podían dedicar mucho más tiempo a consumir grandes cantidades de cerveza", indica Lemke.
No sólo el hombre está más comprometido con el hogar, sino que las regulaciones son más duras. "Antes podías beber cerveza en todos lados, también en los trabajos. Eso está prohibido ahora", comenta Wieland. "Los obreros bebían una caja de cerceza al día en Baviera", apunta por su parte Ursula Domes, de Baviera.
"Creo que somos más conscientes de la salud. También antes se hacían trabajos que implicaban gran fuerza física", reflexiona Bernd Mayer, trabajador social en Baden-Württemberg. "Además, los controles de carretera se han hecho más estrictos", agrega.
En medio de esta tendencia a la baja proliferan cada vez más las conocidas como "craftbier", cervezas artesanales, un fenómeno que empezó en Estados Unidos y que hace seis años comenzó a acaparar gran atención en Alemania.
"La formación de maestros cerveceros en Alemania es muy buena. A lo mejor no miraban lo que hacía el resto del mundo y se concentraban en el estilo alemán", explica Lemke, uno de los pioneros de la cerveza artesanal en Berlín, sobre el hecho de que tardara en llegar al mercado alemán.
"Poco a poco, de festival en festival, el negocio de la ‘craftbier’ va creciendo", comenta, aunque reconoce que en otros países como Italia existe una mayor cultura de ‘craftbier’. En su opinión, con este tipo de cerveza se puede acceder a otros segmentos de la población.
Lejos de lo que se podría pensar, la Federación Alemana de Cerveceros (DBB) indica que casi un 98 por ciento de las ‘craftbier’ se elabora respetando la "Reinheitsgebot" de 1516. "Vuelve a atraer la atención sobre el arte de la elaboración de cerveza", agrega la DBB.
En Alemania muchos creen que se trata de un nuevo renacer de la cerveza de siempre. "La variedad que ha aparecido ahora la tenemos en Franconia desde siempre", explica el gerente de la emblemática cervecería Schlenkerla en Bamberg, que desde 1405 fabrica la famosa bebida ahumada de la zona. "Las ‘craftbier’ son exactamente esas cervezas especiales como las ahumadas", agrega Wieland.