Descubiertas en un mismo bosque nuboso, las nuevas especies se reproducen de manera inusual.
Marcio Pie iba a darse por vencido.
Al amanecer, él y su equipo abordaron una ruinosa 4×4 para emprender el largo y accidentado viaje desde Paraná, Brasil hasta Serra do Quiriri. Al llegar, estacionaron el vehículo en las faldas de la elevada montaña y subieron por la empinada ladera hasta el bosque nuboso. Llegaron exhaustos y empapados.
De pronto, Pie escuchó un suave croar. En una oscuridad casi total, caminó de puntillas por el bosque, siguiendo el sonido, hasta topar con un sapito de vientre rojo que se encontraba sentado en las ramas de una bromelia.
La perseverancia del grupo fue recompensada. Habían descubierto la primera de tres nuevas especies de sapo en los bosques nubosos del sur de Brasil. Sus nombres: Melanophryniscus biancae, M. milanoi, y M. xanthostomus.
?Estos sapos son muy temperamentales. Si el ambiente es muy seco o demasiado húmedo, no podrás atraparlos?, informa Pie, biólogo evolutivo de la Universidad Federal de Paraná, Brasil.
Habitantes verrugosos de las plantas
El estudio preliminar de su ADN indica que los nuevos animalitos verrugosos ?de color oscuro, con manchas rojas en el vientre- están estrechamente emparentados y evolucionaron hace apenas unos miles de años.
De solo 2.5 centímetros de largo, las tres especies son bastante pequeñas para el común de los sapos. Así mismo, muchos sapos Melanophryniscus son venenosos, aunque todavía no se ha esclarecido si esto aplica a las nuevas especies. (Lee: Siete nuevas ranas miniatura)
A diferencia de otros sapos Melanophryniscus, que desovan en estanques y arroyos, estos nuevos anfibios ponen sus huevos en el agua que se acumula en las plantas, conducta conocida como reproducción fitotelmata.
Pero como esos depósitos de agua son muy pequeños, las hembras suelen poner menos huevos (menos de 50) que otras especies de sapos.
Por otra parte, sus renacuajos son más grandes y tienen menos capacidad de nadar, agrega el estudio, publicado el 2 de diciembre en la revista PLOS ONE.
El nombre del juego
Estos descubrimientos se suman a muchas otras joyas desenterradas de los bosques nubosos del oriente de Brasil desde la década de 1990.
Esos apartados bosques, que rodean las cumbres montañosas, ?son como islas en el cielo?, comenta Pie.
Esto significa que, muchas veces, una especie vive en una cumbre y nada más allí, lo que resulta en una diversidad asombrosa. Solo en este proyecto, el equipo descubrió 11 especies nuevas.
No obstante, un territorio tan reducido también representa un gran peligro, pues al extinguirse una población, se pierde la especie. Los sapos recién descubiertos ?ya están amenazados? debido al cambio climático y la pérdida de bosque, informa Pie.
Debido a que los bosques nubosos son algunos de los primeros hábitats afectados por el cambio climático, Pie y su equipo se dieron prisa en publicar sus hallazgos.
Además, dar un nombre formal a los animales es el primer paso para asegurar su supervivencia, agrega Pie.
?Sin un nombre de especie, el animal no está protegido porque no existe legalmente?.