Un grupo de expertos busca recuperar la población de yaguaretés que habitaban en Argentina hasta la Patagonia.
El potente rugido del yaguareté ya casi no se escucha en tierras argentinas porque el gran jaguar americano está en peligro de extinción. La esperanza, sin embargo, no está perdida gracias a un proyecto experimental de cría que, emulando la historia de Adán y Eva, busca repoblar de felinos la región.
Biológos y expertos construyeron el Centro Experimental de Cría de Yaguaretés (CECY) en medio de los Esteros del Iberá -en la provincia de Corrientes, noreste de Argentina- para empezar desde cero con el proceso de restauración del felino en la naturaleza.
En el centro ya vive una hembra de yaguareté, "Tobuna", que fue traída de un zoológico de la ciudad de Mar del Plata, que espera a su "Adán", un macho que podría llegar de otro zoológico del país o de Uruguay, donde ya están avanzadas las conversaciones para la cesión de un jaguar.
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El CECY es el proyecto de restauración de fauna más grande de toda América y el único en el mundo dedicado exclusivamente a criar ejemplares de este felino que sean aptos para vivir libremente en la naturaleza.
Los cerca de 50 yaguaretés que hay en zoológicos o lugares privados en Argentina no son aptos para la vida silvestre porque ya están demasiado acostumbrados al contacto con el hombre y tienen una gran dependencia. La apuesta está fijada en la cría que puedan tener estos ejemplares.
"En uno o dos años podríamos tener la primera camada de crías, para una posible liberación en dos o tres años más, pero quizás esa prueba no sirva y habrá que seguir intentando", señaló el coordinador del programa de reintroducción de fauna de la fundación The Conservation Land Trust (CLT), el biólogo español Ignacio Jiménez.
"El objetivo es en diez años ya tener asentado al yaguareté" en Corrientes, de donde se extinguió hace más de 60 años. Antiguamente, el jaguar habitaba en todo el territorio argentino hasta la Patagonia.
Para que las crías se habitúen a vivir como si estuvieran en libertad, el CECY cuenta con cuatro recintos de 1,200 metros cuadrados, con rejas laterales de cinco metros de altura, diseñados para albergar a dos parejas de yaguaretés que puedan servir como reproductores. Junto a estos hay dos grandes corrales de 1.5 hectáreas cada uno, donde una hembra puede sacar adelante a sus cachorros sin que éstos tengan contacto con humanos.
Luego cuenta con un gran corral de 30 hectáreas donde los cachorros nacidos en el Iberá podrían terminar de afinar sus técnicas de caza, ya sin su madre cautiva, para luego ser definitivamente liberados.
El centro de cría fue construido por la fundación CLT, creada por el magnate Douglas Tomkins. CLT financió el proyecto, que costó unos 500,000 dólares, junto con donaciones privadas. La fundación realiza desde hace nueve años otros proyectos de restauración de fauna que resultaron exitosos, como los de recuperación del oso hormiguero y del venado de las pampas. Todos los animales liberados son monitoreados a través de radio VHF o GPS.
"Queremos traer de vuelta un ecosistema perfecto. Los Esteros del Iberá son una joya de este país con sus pantanos, bosques, pastizales", destacó Jiménez. El CECY fue levantado en la isla San Alonso, un área remota de la reserva natural provincial de 1.3 millones de hectáreas, a la que sólo se llega por agua o aire. Si el plan es exitoso, en unas décadas podría recuperarse la población de yaguaretés en esta región.
El yaguareté (panther onca) es el felino más grande del continente americano y el tercero a nivel mundial, luego del tigre y el león. Un macho adulto puede medir más de 2.5 metros de largo, incluyendo la cola, y pesar más de 130 kilogramos.
Es un gran cazador y con su pelaje similar al del leopardo, color amarillo pero manchas negras en forma de roseta, ya sea abiertas o cerradas, redondas o alargadas, puede esconderse en la naturaleza a la espera de sus presas. Su nombre es de origen guaraní y significa "la verdadera fiera".
Actualmente viven unos 200 ejemplares en tres regiones del país: las selvas paranaenses de Misiones; el bosque El Impenetrable de Santiago del Estero, Chaco y Formosa; y la selva de Yungas en Salta y Jujuy. También habita en Brasil y Paraguay.
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"La población de yaguaretés está muy amenazada, en algunos lugares como en Chaco está en peligro de extinción inminente, mientras que en Misiones está amenazada pero en recuperación", explicó el biólogo Agustín Paviolo, experto en la especie e investigador del Instituto de Biología Subtropical de Misiones.
Los principales riesgos para la supervivencia del jaguar son la caza furtiva y la destrucción de su hábitat por el avance de la frontera agrícola. En Chaco y las Yungas "apenas aparece uno la gente se alarma por temor a que ataque al ganado y sale a buscarlo".
Según el científico, el proyecto de restauración de fauna es "muy interesante" para regiones donde el animal ha desaparecido. "En el caso de Misiones, en cambio, tiene más sentido hacer un esfuerzo por las amenazas contra la especie que introducir dos ejemplares en la población". Se necesita, señaló, un cambio cultural profundo y una política ambiental clara y definida.
Paviolo subrayó que el yaguareté es el principal depredador de la región.
"Es un depredador tope, que son especies clave que no son muy abundantes pero que son imprescindibles para los ecosistemas. Cuando desaparecen depredadores tope se producen fenómenos como un aumento de depredadores medianos como zorros y gatos. Esto tiene a su vez efecto en poblaciones de aves y otros animales menores. El ecosistema empieza a funcionar distinto y hay desplazamiento de animales. No sólo se genera un efecto poblacional sino también de comportamiento animal", remarcó.
Para el director de la ONG Banco de Bosques, Emiliano Ezcurra, "salvar al yaguareté en la Argentina es fácil y barato". "Es una cuestión de decisión política que nuestros nietos los conozcan libres en la selva", afirmó.
Entre las principales medidas a tomar citó la presencia de guardaparques y guardafaunas en el terreno para evitar la caza y el tráfico de animales, la instalación de reductores de velocidad en las carreteras para evitar la mortandad animal por accidentes y una movilización social para concientizar a la población.
Para ello, la ONG tiene previsto organizar el 29 de abril, Día del Animal, "El gran rugido" en la céntrica Plaza San Martín de Buenos Aires, donde 200 niños llevarán cada uno esculturas de yaguareté, realizadas por el artista plástico Javier Goldschtein, para formar una gran foto en señal de alarma porque lo que está ocurriendo con el felino en los bosques argentinos.