Los animales acuáticos aprovechan la velocidad, el ángulo y la agilidad para sobreponerse a los obstáculos del sexo acuático.
No es tan fácil como crees. El sexo es súper complicado para muchos animales acuáticos.
Por principio de cuentas, no tienen manos (prensiles) y el agua no ofrece puntos de resistencia. Es como trepar en una balsa en movimiento. Y con el cuerpo cubierto de crema bronceadora.
Los cétaceos son ?rápidos?
El primer problema para aparearse bajo el agua es alinear todas las partes y para ello, la posición y el ángulo del cuerpo son indispensables.
Como bien sabemos, los cetáceos (ballenas, delfines y marsopas) carecen de manos para sujetarse y el mar no proporciona apalancamiento alguno, a diferencia del ambiente terrestre.
Si se aparearan vientre contra vientre, los machos podrían empujar a las hembras hacia la superficie, aprovechando la barrera del agua. Pero cuando ambos están orientados en la misma dirección, ?el macho mueve el pene alrededor del cuerpo de la hembra?, explica Patricia Brennan, bióloga evolutiva de la Universidad de Mount Holyoke, Canadá, en un correo electrónico. ?Y, además, son muy hábiles para eso?.
Los delfines machos deben tener un gran control del pene para recorrer la compleja anatomía vaginal de las hembras, ya que incluso algunas especies tienen numerosos pliegues, los cuales podrían determinar si el esperma alcanza los óvulos o termina en un saco ciego.
El pene de los delfines está formado por un tejido eréctil constituido de colágeno y elastina, capaz de proyectarse rápidamente. Esta propiedad le permite resistir la fuerza de arrastre del agua, lo cual, posiblemente, ha influido en la evolución de la estructura del pene.
El apareamiento en sí, dura apenas unos instantes, de suerte que la selección natural podría favorecer a los machos ?más rápidos?. Esto tiene sentido, pues resulta muy complicado mantener estas posturas y los delfines necesitan salir a la superficie para respirar.
El apareamiento de las ballenas también es rápido y sus penes son igual de diestros, escribe Marah Hardt, en su libro Sex in the Sea.
El amor duele
Los tiburones machos fecundan a las hembras internamente con uno de sus pterigopodios, como se llaman sus dos órganos copuladores.
Y al fin tiburones, usan los dientes. ?Los machos muerden las aletas [de las hembras] para sujetarlas?, dice Brennan, en su correo. Sin embargo, las hembras tienen la piel mucho más gruesa que los machos, lo cual les permite resistir la acometida.
El problema es que los tiburones tienen que estar en movimiento continuo para que el agua fluya por sus branquias y no se asfixien, de modo que el apareamiento debe ocurrir en zonas con corrientes adecuadas.
Aferrado al amor
Los enormes caparazones de las tortugas marinas son un obstáculo adicional para el apareamiento.
Pero los machos han solucionado el problema. Estos reptiles tienen un orificio llamado cloaca, el cual sirve para expulsar desechos y para aparearse. Así que el macho proyecta el pene por su cloaca; el pene pasa por debajo del caparazón de la hembra y luego, entra en su cloaca.
Para lidiar con la competencia, los machos usan unas garras especializadas que tienen en sus aletas delanteras y se aferran a las hembras para evitar que sus rivales los derriben en sus intentos para montarlas.
Ligeritos
El sexo acuático es fabuloso para los hipopótamos, pues el enorme peso que dificultaría el apareamiento en tierra firme se reduce mucho con la flotación.
Un hipopótamo macho adulto pesa alrededor de 1,500 kilogramos, y el parto acuático es muy conveniente si tu bebé puede pesar hasta 50 kilos.
Mira estos paisajes oceánicos asombrosos:
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