Hospedaje como en casa.
Rodeado de iconos culturales y paisajes naturales espectaculares, el hotel de lujo JW Río de Janeiro, ubicado en el barrio de Copacabana, te robará el aliento.
También conocida como la Ciudad Maravillosa, Río de Janeiro se caracteriza por sus playas Copacabana e Ipanema, así como por el morro Pan de Azúcar, la estatua del Cristo Redentor (una de las siete maravillas del mundo moderno), y el Estadio de Maracaná, entre otros atractivos que puedes disfrutar gracias a la localización céntrica del JW Marriott Río de Janeiro, hotel que se sobresale por su calidad de servicio inigualable. “Cada vez que atiendo a un huésped lo hago con mi corazón”, menciona Wagner Pereira, portero del hotel.
Con habitaciones elegantes, amplios espacios de trabajo y baños de mármol con acabados premium, este hotel ofrece el descanso perfecto durante celebraciones como el Carnaval y las Fiestas de Fin de Año, ya que asociados como Suellen de Oliveira siempre tratan de hacer la diferencia con cada huésped al ofrecerles comodidad en cada rincón. Ese es el toque JW.
Además, JW Río de Janeiro es un sitio perfecto para degustar desayunos, almuerzos y cenas gracias a sus restaurantes como Terraneo y Carioca, donde podrás saborear lo mejor de la cocina brasileña resultado del amor y la pasión que imprime en cada uno de sus platillos el chef ejecutivo Thomaz Leão do Carmo. También podrás aprovechar las noches de cocteles al aire libre en Moonlounge, el food truck del hotel.
“Son los pequeños detalles los que hacen que nos recuerden, así como el cariño que dejamos en nuestro trabajo”, señala Juliana Carvalho Fonseca, una de las recepcionistas del hotel. Ese es el toque JW.
Mirante Health, un gimnasio y una piscina exterior con vista a la playa de Copacabana son algunas otras de las atracciones que complementan una estancia de ensueño en este hotel carioca donde, sin duda, podrás sentir la fraternidad entre sus asociados y cómo se desempeñan en su trabajo: “Todos nos cuidamos y tratamos como una gran familia”, afirma Humberto Sandro Costa, uno de los salvavidas del hotel. Ese es el toque JW.