La unión entre Cleopatra y Julio César marcó un episodio crucial en la historia antigua, y su visita a Roma aún es objeto de debate entre los historiadores.
La relación entre Cleopatra y Julio César estuvo marcada por un vínculo más allá de lo político: compartieron una asociación que amalgamó Egipto y Roma. La inteligente y cautivadora reina egipcia, se unió estratégicamente a César, el poderoso general romano. Juntos, establecieron alianzas, tuvieron un hijo y su conexión perduró estratégicamente.
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La visita de Cleopatra en Roma
La presencia de Cleopatra en Roma durante los años 46 y 44 a.C. provocó repudió y fue visto como una afrenta a la moral tradicional. Los historiadores debaten la duración precisa de su estancia, pero se acepta que llegó en otoño de 46 a.C. y partió a mediados de abril de 44 a.C. La soberana egipcia dejó la ciudad un mes después del asesinato de Julio César.
La primera visita, que apenas duró unos meses entre octubre y diciembre del 46 a.C., fue de gran importancia. Durante este periodo, ella se hospedó en la villa de César y se presume que firmó un tratado de alianza con Roma, proclamándola, según Dión Casio, aliada y amiga del pueblo romano. En este periodo, también presenció la inauguración del Foro de César y del templo de Venus Genitrix, donde se erigió una estatua de oro en su honor inspirada en la diosa Isis.
En ese período, Julio César reconoció al hijo de la reina y permitió que llevara el nombre de Ptolomeo César. Sin embargo, este reconocimiento no implicó la aceptación pública de Cesarión como su hijo, ni lo designó como heredero. En cuanto a Cleopatra, fue reconocida como consorte de César, estableciendo así una conexión formal entre ellos.
La reina egipcia en la villa de Julio César
La llegada de la soberana egipcia generó de inmediato críticas desfavorables entre los soldados, el pueblo y el Senado. Su participación en eventos públicos pudo haber escandalizado a la sociedad de la época, a pesar de que ella viajaba con su hermano y esposo de tan solo 10 años, Ptolomeo XIV.
«Detesto a la reina, todos los regalos que prometió eran cosas sabidas, y consistentes con mi carácter, tales que yo podría proclamar desde los tejados… y la insolencia de la propia reina cuando estaba viviendo en la villa transtiberina de César, solo acordarme me resulta doloroso», así plasmó Cicerón su descontento por la visita de la reina de Egipto.
La segunda visita pudo haber ocurrido posterior al retorno de César de Hispania entre octubre de 45 y abril de 44 a.C., durante el otoño e invierno de esos años, hasta el 15 de abril. Durante este periodo, Cleopatra estuvo acompañada por Amonio, encargado de asuntos eruditos, y Saras. La presencia de estos personajes sugiere el interés de Cleopatra en alcanzar un acuerdo sobre Chipre, debido a que la isla, del dominio de Egipto, en ese entonces era ocupada por los romanos.
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La estatua de Cleopatra en el templo de venus
De la estancia de Cleopatra en Roma no existe registro arqueológico, salvo los relatos de que su estatua de oro permaneció durante varios siglos en el templo de Venus. Dión Casio menciona que trescientos años después el monumento estaba en ese mismo sitio. Dos estatuas en Roma, una en la villa de los Quintilios y otra cerca del santuario de Isis, han sido identificadas como representaciones de Cleopatra. Es posible que los escultores se hayan inspirado en la estatua de oro.
Aunque sólo vivió hasta los 39 años, Cleopatra gobernó Egipto durante 22 años, destacando en una época donde las mujeres raramente ejercían poder político. Su memoria persiste en representaciones escultóricas y grabados.
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