Los signos vitales suelen ser, bueno, vitales. Entonces, ¿cómo hizo un hombre de Texas, a quien le dieron 12 horas de vida debido a una amiloidosis cardiaca, para sobrevivir sin pulso esta primavera durante cinco semanas?
La explicación puede verse aquí. Aún en desarrollo por Billy Cohn y Bud Frazier en el Instituto del Corazón de Texas, el «corazón que no late» usa dos rotores giratorios para hacer circular la sangre sin pausa. Por tener pocas partes móviles, no se desgastará como un implante tradicional más grande, que debe latir 100 000 veces al día.
Cohn llama «artesanía» a su creación: para probarlo con animales, juntó dos dispositivos de asistencia ventricular con materiales de ferretería esterilizados; con humanos, ocupó piezas autorizadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) de EUA.
Cohn dice que a 42 años del primer implante de corazón artificial es hora de ver más allá del biomimetismo. Las alas batientes no hicieron volar al hombre, ¿por qué un corazón sustituto debe latir como uno natural? «La madre naturaleza -dice- hizo lo mejor que pudo».